martes, 25 de noviembre de 2014

Roma y el efecto espejo con Grecia


Descripción de la ruta:

Esta ruta tendrá como objetivo principal conocer la relación que tuvo Roma y Grecia. Más específicamente analizaremos la adopción de ciertas técnicas literarias y artísticas griegas y la posterior modificación por parte de los romanos.

Para cumplir dicho objetivo, es necesario situarnos en la etapa republicana romana, y comenzar nuestro viaje en la actual ciudad de Roma. Tomaremos el camino vía Este hacia el mar Adriático. Allí vamos a alquilar una barca que nos ayude a cruzar el mar. Posteriormente iremos a Macedonia específicamente en la ciudad de Tesalónica. Esto con el fin de visitar el primer foco en el cual comenzó Roma su expansión hacia el Este. Allí tomaremos un tour que nos permita conocer las ruinas de la etapa de esplendor macedonio.

Después de pasar un tiempo en Tesalónica, tomaremos un largo camino por tierra con el fin de llegar a la ciudad de Efeso, en Asia menor. Allí podremos conocer dónde se ubicaba el imperio seléucida y el reino de Antioco III.

Finalmente tomaremos una embarcación hasta la isla de Creta, donde pararemos a descansar con el fin de salir muy temprano al otro día vía Alejandría, parte del imperio Egipcio. De esta forma, lograremos conocer en esta ruta los tres focos conquistados por Roma, para lograr consolidar su máxima expansión territorial en el Alto Imperio.

Mapa de la ruta:  




Imágenes: 



Mujer flavia
Mármol (lápida fúnebre) ca.90 d.C.
Nueva York, Museo Metropolitano







Tito Flavio Vespasiano
Mármol
ca.70 d.C.

(Imperio romano)






Patricio romano
Mármol

ca.75-50 a.C.





Pompilio
Mármol
ca.60-50 a.C.



Augusto de Prima Porta
Mármol
20 a.C.
Roma




Retrato de un joven
Cultura egipcia
Siglo II d.C.
Encáustica sobre madera
Museo Metropolitano de Nueva York





Pareja
Fresco
Nápoles, Museo Arqueológico





Busto de Adriano
Mármol
120 d.C
Roma, Museo Nazionale


Historia:

Con la leyenda de Rómulo y Remo,  el mundo de Occidente conoció el imperio romano por primera vez en el año 753 a.C. Lo que posteriormente se conoce como el imperio más grande del mundo antiguo, nació en la región del Lacio, exactamente en el monte Palatino tras el asesinato de Remo por parte de su hermano Rómulo y la subsiguiente proclamación del estado. Su grandeza territorial goza de igual éxito en campos como la literatura, el derecho y el arte. Lo anterior nos lleva a reconocer a Roma en su aspecto artístico –entiéndase por artístico todo aquello que ennoblece el alma− en detrimento de la idea común de Roma como un todo militar. En consecuencia, es importante desenmascarar esa idea militar como la única cara del imperio, y por el contrario, es objetivo de este ensayo ver la importancia que tuvo el arte en su expansión máxima en las etapas de la República y el Alto Imperio.

No obstante, debemos comprender la consolidación de las prácticas romanas a través de un lente, de un elemento anterior, a saber: la cultura Griega. En el año en que termina la etapa de la monarquía romana, con el reinado de Tarquinio el soberbio en el año 509 a.C., Grecia se encontraba a portas de un periodo de gran fulgor, la Grecia clásica. Si somos fieles a la rigurosidad, Grecia se encontraba en el periodo arcaico en este año, pero ya comenzaban a verse los destellos de lo que sería para el mundo la Grecia clásica. Empero, debe tenerse en cuenta la proporción inversa del crecimiento entre los dos imperios, si es que a Grecia se le puede llamar como tal.  Por consiguiente, nos referimos a esta proporción inversa como un efecto espejo entre la expansión del imperio romano y el decaimiento progresivo de la Hélade. Es primordial, por tanto retomar algunos sucesos históricos característicos de la etapa republicana (510 a.C.- 27 a.C.) y la consolidación del imperio (26 a.C.- Siglo V de nuestra era).

Tras la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C. el mundo vió la mayor expansión que jamás haya hecho un hombre. La conquista de Grecia, el Asia menor, parte del lejano Oriente y Egipto logró mostrarnos la tenacidad, decisión y convicción militar de la cual gozó Alejandro en su corta vida. Después de la muerte de este personaje, el mundo se dividió en lo que se conoce a través de la historia como la repartición del mundo heleno. A partir de dicha coyuntura, la repartición del mundo occidental se concentró en tres principales focos. El primero fue en Egipto bajo la dinastía Ptolomeica; el segundo fue en el Asia menor con el imperio seleucida bajo la cabeza de Antioco III; finalmente el tercer foco fue en Grecia, y especialmente en Macedonia bajo la cabeza de Filipo V, el cual siempre aspiró a recuperar la grandeza consolidada por Filipo el Grande, padre de Alejandro Magno.

Tras la segunda Guerra Púnica –guerra contra Cartago y el poderoso Aníbal− el agotamiento de las tropas romanas fue sustancial. Cartago no había sido fácil de vencer, y por el contrario, las poderosas legiones romanas habían tenido una disminución en sus ejércitos. No obstante, era importante para Roma la expansión hacia el Este, y por consiguiente, decidieron intervenir en Macedonia. La razón principal, a parte del deseo expansionista romano, fue que Filipo V tenía en mente recuperar las posesiones en la Hélade conquistadas por su antecesor, Filipo el grande. Para el momento, Macedonia ya era una pequeña ciudad-estado y no quedaba rasgo alguno de la expansión gozada de antaño.

Cuando los romanos entran en Macedonia en el año 196 a.C., no entran con el deseo de subyugar dicha región y deciden respetar la ciudad y sus habitantes:

“Una vez los espectadores aposentados, los juegos fueron inaugurados en la forma acostumbrada: un heraldo impuso silencia con la trompeta y pronunció la forma tradicional de apertura de los juegos, pero añadió estas palabras: ‘El Senado romano y el general vencedor declaran que, sometida ya Macedonia, todas las ciudades griegas dominadas antes por el rey Filipo quedan en absoluta libertad y exentas de todo impuesto y subordinación a cualquier potencia exterior” (Connolly, 1981).

Esta libertad la conceden los romanos por una razón estratégica. Bien sabían el carácter rebelde de los macedonios, y la fuerza con la cual se fundaban las ideas de los griegos para subyugarlo como cualquier otro pueblo. Por el contrario, los romanos deciden conceder una libertad parcial, en la cual Macedonia sería un estado libre de tributos, pero debía mantener en orden a su población y en sutil obediencia al imperio. No obstante, esa alegría con aire de libertad y autonomía fue coartada posteriormente por el imperio tras la sublevación de Perseo, hijo de Filipo V. Perseo, no creyó desde un principio en una libertad disimulada de poder indirecto por parte de los romanos, y decide armarse a escondidas para combatir al imperio. No obstante, Paulo Emilio es alertado de dicho acontecimiento, y decide actuar antes de que el ejército macedonio se arme lo suficiente como para comprometer militarmente a las legiones. Finalmente  las legiones vencen las míticas falanges macedonias y declaran a dicho pueblo una provincia romana.

En este orden de ideas, Roma comienza a pensar que sus vecinos, los seleucidas podrían causar la misma molestia que los griegos, y deciden atacar a Antioco III, rey seleuco. Antíoco es derrotado en el 190 a.C. y como consecuencia, Roma les pidió las mismas exigencias  que a los pueblos subyugados, a saber: La entrega de la flota, la entrega de los elefantes de guerra, y un pago de una gran suma que consistía en “15000 talentos, a título de reparaciones e indemnización y un pacto de no agresión con respecto a sus países vecinos en el Oeste” (Adkins).  Finalmente, al igual que Cartago, Macedonia y Asia Menor tuvieron que contribuir con paga de tributos al imperio romano.

De esta forma, Roma lograba asirse con prácticamente la totalidad de los territorios limítrofes al mar Mediterráneo. El último foco de poder helénico era Egipto el cual también fue conquistado por Roma tras la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en el año 30 a.C. por Octavio, próximo Augusto emperador de Roma.

La importancia de este breve recuento histórico es que por medio del mismo, podemos ver cuál era la posición de Roma con respecto a Grecia y su esplendor helénico, que aunque no seguía brillando como antes, habría enseñado al mundo otra manera de pensar las bellas artes. Es en el siglo VI a.C. que Atenas se consolida mundialmente (occidente) como un verdadero centro cultural del mundo. Lo anterior, de la mano de Pericles, fue una época en la cual Grecia intento la búsqueda incesante de la virtud y el equilibrio. Parecía que dicho esfuerzo bastaba con la consolidación de la imagen, que a la postre, tendrían los helenos con respecto al mundo. Los pueblos vecinos de los griegos admiraban profundamente la idealización de la belleza de los hombres y de los dioses que tanto exhibían en sus esculturas y las ideas de la perfección perfecta y la serenidad humana como virtudes que han de ser alcanzadas fascinaban a todo el mundo, inclusive a Roma. Por medio de esto también podemos entender con elementos históricos el efecto espejo del cual me refería al principio del texto, y el cual será objetivo de explicación para el arte y la literatura.

El susodicho efecto espejo del cual hablamos al momento de referirnos al auge romano, al mismo tiempo del decaimiento de la hegemonía griega, puede verse en muchos aspectos culturales, sociales o políticos de Roma. Uno de estos aspectos es la creación y posterior consolidación de la literatura romana. El nacimiento de la poesía latina se puede afirmar que fue un esfuerzo por retomar esas epopeyas griegas y traerlas –banalizarlas si se quiere− al cotidiano romano, a la tierra y a la gente en especial. El primero en empezar con este movimiento de literatura latina sería un tarentino llamado Livio Andrónico (Llopis, 1967). Este personaje, nacido en el 272 a.C., fue criado con enseñanzas griegas –como la mayoría de los niños en Roma−. Como los romanos tenían gran admiración por los griegos, era común que los romanos pagaran a los grandes maestros y filósofos griegos para ir a fundar academias al estilo heleno. Es por lo anterior que los Romanos consideraran de suma importancia la instrucción en las virtudes griegas del bien y la verdad.

Cuando fue llevado de Tarento a Roma, Livio logró ganarse un puesto y un consecuente afecto en las élites de Roma. Fue así, como este personaje contribuyó a la helenización de la élite romana. Tomando elementos de la tragedia griega y adaptándolos al popular de la gente, fue Livio quien escribió la primera tragedia romana, representada por vez primera en los juegos romanos comúnmente llamados Ludi que intentaban, además, asemejarse a los juegos Olímpicos griegos (Llopis, 1967). Asimismo, cuando ya se encontraba anciano, Livio fue encargado de la traducción de la Odisea, obra insigne de Homero en los albores de la Grecia clásica.

Otro importante exponente de la literatura latina, o al menos el comienzo de esta, fue Nevio. Originario de Campania, Nevio gozó también de una instrucción griega por parte de su nuevo pater familias quien lo había adoptado cuando era joven. A Nevio le fue encargado, ya conocidas sus aptitudes, la representación de los juegos escénicos con temas extraídos del repertorio griego (Adkins). Fue así como Nevio se aventuró a escribir una epopeya imitada de la Iliada de Homero. Podemos notar, a simple vista, el impacto y la influencia que tuvo el autor griego en los dos exponentes de la literatura latina.

Pero no solo en el terreno puramente literario puede verse la directa influencia griega en los escritos latinos. Adaptar las comedias griegas a los gustos sencillos del público romano, distintivo fundamental en la comprensión de la literatura latina, fue tarea satisfactoriamente llevada a cabo por parte de Plauto y Terencio (Adkins). Estos dos personajes, uno romano y el otro africano respectivamente, fueron grandes precursores de lo que, a la postre, se consolidaría como el teatro popular, las comedias y sátiras romanas. Las adaptaciones populares de las comedias griegas era una tarea que consistía básicamente en traducir dichas comedias en lengua familiar, generalmente con uso de términos coloquiales y uno que otro chascarrillo de suma vulgaridad. Las obras más importantes de Plauto fueron las comedias de intriga, tales como el fantasma y la olla, reconocida posteriormente por haber influenciado a Moliere en su escrito el avaro.

Asimismo, el arte romano no fue la excepción a esta regla de influencia directa griega. Así como lo expresa Susan Woodford en su libro The Art of Greece and Rome:

“An inmense amount of sculpture was carved both before and during the period of Roman empire (31 BC- 330 AD); most of it consisted of copies, adaptations or variations of Greek prototypes. This provided business for many hundreds of skilled sculptors throughout the empire who knew their materials and how to work them” (Woodford, 1982).  

Por medio de esta cita, podemos observar cómo el arte romano, en un principio, estuvo cimentado y fijado bajo las bases del arte griego. Trayendo a colación la idea de la profunda admiración de lo griego por parte de los romanos, podemos observar en los primeros trabajos artísticos hechos en Roma, que estos son una copia o una adaptación de las escultura griega al común romano.

Al respecto, el libro de Plinio el Viejo (Plinio, 2003) nos habla también de esta posible “banalización” del arte romano. Efectivamente, Plinio hace una fuerte crítica en la introducción de su texto a la imitación insípida que traen las nuevas formas de escultura y de retratos tallados en piedra por parte de la población romana. El autor argumentaba que el arte era antes de interés de los reyes y de los ciudadanos célebres por un acto digno de ser admirado. Esto hacía celebérrimos a quienes eran dignos de pasar a la posteridad (Plinio, 2003). Esta causa noble, la representación de estos ilustres y reconocidos personajes por medio de la pintura y la escultura, ha caído en desuso según las críticas de Plinio. Esto, según el autor, se ha dado básicamente por culpa de las familias adineradas que además de trivializar el arte con la representación de ellos mismos, también contribuyen al decaimiento del arte al hacer rasgos en sus representaciones que no se diferencian de las demás figuras. Es así como es banalizado el retrato, a tal punto, que la gente prefiere poner en su sarcófago cualquier tipo de representación de deportistas, y no la propia.

De igual forma, Plinio nos explica los colores utilizados en las pinturas y cómo fue desarrollándose este. Al principio se utilizaban colores monocromos, que eran los utilizados en las cavernas para representar el contorno de una figura humana. Nos explica asimismo que los colores ricos en Roma son “el minio, el armenium, el cinabrio, el chrysocolla, el índigo y el rojo púrpura” (Plinio, 2003). El resto de colores, argumenta el autor, son austeros. Con la utilización de colores, y la posterior expansión en la gama de los mismos, Plinio nos explica cómo descubrieron los artistas romanos la luz y las sombras como resultados de la mezcla de dichos colores. Posteriormente, aparecería el brillo, y entre estos, aparecen los tonos, que aluden a la yuxtaposición entre los colores y la posterior armonización de los mismos (Plinio, 2003). No obstante, la queja del autor vuelve sobre el punto del dinero, ya que señala que gracias a las familias con dinero que carecen de gusto artístico, se han mandado traer púrpuras de los ríos de India, colores que a juicio del autor, opacan los verdaderamente importantes.

Empero, no podemos basarnos únicamente en la opinión de Plinio el viejo, que si bien fue fundamental para reconstruir las prácticas artísticas y escultóricas del mundo romano, no pasa de ser una aproximación de un primer plano, que estaría dejando por fuera las consecuencias positivas que el arte romano tuvo para el ulterior desarrollo artístico del mundo antiguo. Con respecto a la pintura, hay autores que consideran que si bien consiste en una adaptación romana de la pintura hecha en Grecia, esta tuvo un importante desarrollo en lo que se conoce como los cuatro estilos del arte de Pompeya. De igual forma, señala Woodford que la pintura romana logra distanciarse de la concepción griega del arte. Así lo expresa el autor: “While Greek painting has been largely lost, a great deal of Roman painting has survived” (Woodford, 1982).

Pompeya y Herculano fueron las ciudades exponentes de las nuevas técnicas de la pintura romana. El primer estilo de pintura de Pompeya consiste en “pintar sobre una superficie plana, que consistía en yeserías con relieve para producir el efecto de sillería monumental, o, alternativamente, de mármol. Los bloques fueron pintados en colores brillantes y con frecuencia abigarrado sugerir las venas de mármol o alabastro” (Touchette, 2014). El segundo estilo de pintura consistía en hacer un tipo de perspectiva en los muros que pareciera que hubiera, dentro del muro, un cuarto o una figura incrustada. Los otros dos estilos pretenden perfeccionar el segundo estilo mediante técnicas de relieve.
 
La otra categoría que también gozó de bastante popularidad en el imperio romano fue la representación por vía escultórica. En principio, la escultura fue desarrollada con el fin de representar ciudadanos ilustres e importantes figuras como por ejemplo senadores o cónsules. Lo anterior, con el fin de imponer un sentido de dominación, que la escultura lograra transmitir un sentido de dominio y poder sobre la población civil. La idealización de la escultura griega es adaptada al sentido de dominación que quiso imponer Augusto en la consolidación del imperio. Es por esto, que por ejemplo, el Augusto de prima porta tiene cierta similitud con las esculturas y representaciones idealizadas de la Grecia clásica. Asimismo, los elementos expresivos en las esculturas romanas pudieron haber sido tomado de la influencia del arte helenístico. Si bien el periodo expansionista de la Grecia helenística había desaparecido bajo el yugo romano, las formas de representación artística, con todos los elementos pasionales y sentimentales, y la verosimilitud en las representaciones siguen siendo tema digno de figuración en los círculos de artistas romanos. 
 
Asimismo, es importante señalar que las representaciones romanas, además de un sentido de dominación y poder, pretendían reflejar con la mayor verosimilitud, las características y los rasgos distintivos de los personajes representados. Así lo expresa D’amba en su libro Roman art in context: 
 
            “The nature of this content [the ones of the portraitures] becomes clear as soon as context of meanings available in the wider range of contemporary portraiture is examined. Through emphasis on the marks of the age, these men call attention to their long service to the state and their faithfulness to constitutional procedures, in intended contrast to the meteoric careers and dubious methods of the individualistic faction-leaders –men like Marius and Sulla, Pompey and Caesar, later Antony and Octavian− whose ambitions and rivalries in the quest for personal power were rending the fabric of the republic” (D'ambra, 1993). 
 
A partir de lo anterior, podemos ver que las representaciones escultóricas se hacían fundamentalmente en hombres del estado, que dedicaban sus vidas a la expansión de la romanización. Esta visión figurativa se distancia sustancialmente de la concepción ideal expresada en las esculturas griegas. En Grecia, sobretodo en el periodo clásico, las figuras dignas de representación eran los deportistas, muchachos criados bajo las virtudes filosóficas en la Palestra y con un cuerpo formado a lo largo de su vida en el Dadiscaleum. En la Grecia helenística, las figuras representadas con mayor frecuencia eran los boxeadores o las figuras mitológicas (Onians, 1999). No obstante, la escultura romana parece distanciarse de este ideal Griego. Sólo las figuras importantes, las figuras públicas, serían representadas y colocadas en las plazas de las villas, con la intención de imponer un tipo de dominación y reconocimiento sobre la población. 
 

A manera de conclusión, podemos ver a lo largo del texto cómo se ve el efecto espejo entre Grecia y Roma, especialmente en el campo de la literatura y las artes. Es apenas evidente la forma en la que Roma intenta adaptar el estilo griego, −en cuanto a sus epopeyas, sus pinturas o sus esculturas− a sus maneras de representación propias. Parece constante la adaptación de las técnicas artísticas griegas en la población romana. Pero si bien podemos ver al principio un tipo de “banalización” del arte antiguo y la consecuente pérdida de ese carácter sublime tan expresado en el arte griego, es importante ver la forma en la cual Roma avanzó con respecto a la pintura y a las formas de representación escultórica. Si bien debe entenderse un efecto espejo en la adaptación de ciertas características helenas por parte de Roma, debe reconocerse también que los romanos lograron avanzar en las técnicas artísticas, que en un principio no pasaban de una vulgar copia.









 

Bibliografía

Adkins, L. (s.f.). El imperio romano. Madrid: Edimat Libros.

Connolly, P. (1981). Greece and Rome at War. Londres: Macdonald.

D'ambra, E. (1993). Roman Art in Context. New Jersey: Prentice Hall.

Plinio. (2003). Historia Natural. Madrid: Visor.

Thompson, N. (2007). Roman Art. New York: The Metropolitan Museum of Art.

Woodford, S. (1982). The art of Greece and Rome. United Kingdom: Cambridge University Press.

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.

Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.

Touchette, Lori-Ann, et al. "Roman art, ancient." The Oxford Companion to Western ArtOxford Art Online. Oxford University Press, accessed November 26, 2014,http://www.oxfordartonline.com/subscriber/article/opr/t118/e2259.

Onians, J. (1999). Classical art and the cultures of Greece and Rome. New Haven: Yale University Press.




1 comentario:

  1. https://yaldahpublishing.com/15-mejores-lugares-para-vivir-en-georgia-us/
    Las posiciones jerárquicas son conquistadas con base al mérito, y hay una predominancia de valores asociados a la capacidad individual o espíritu competitivo tales como, por ejemplo, la excelencia en educación o deportes.

    ResponderEliminar