Descripción de la ruta:
El
viaje a realizar tiene como objetivo principal conocer los primeros vestigios
de la “escena humana”. Se cree que los
primeros seres humanos en formar parte integral del planeta tierra se
originaron en el sureste de África. Por lo tanto, nuestro viaje abarcará los
territorios actuales de Tanzania, Kenia, Etiopía y Sudáfrica.
Iniciaremos el recorrido en las ciudades del sureste
de África de Taung y Sterkfontein actual Sudáfrica. Subiremos, posteriormente, hasta
el rio Limpopo y tomaremos la costa este del continente hasta el océano Índico.
Tomaremos el canal de Mozambique dirigiéndonos hacia el norte hasta la ciudad
de Olduvai. Subiremos hasta el Valle del Omo y hasta los territorios de Melka
Kunturé y Hadar.
Allí
veremos la expansión del Homo Erectus hacia el oeste en Tenerife, hacia el
norte en Azish y hacia el este en Lantian y Zhoukoudian, actual China. Estas
rutas de expansión podrán constituir futuros rutas para conocer más
detalladamente la expansión humana.
Mapa de la ruta:
Imágenes:
Cráneo de niño de
Taung (tres millones de años)
Australopithecus Africanus
Herramientas de Homo
habilis (2.5 millones de años)
Homo Habilis
Homo Erectus (1.8 millones de años)
Expansión
del Homo Erectus (200.000 años)
Bibliografía
Historia:
Uno
de los grandes misterios de la humanidad es resolver de dónde venimos los seres
humanos. Tras haber contemplado distintas posibilidades, entre ellas la
religiosa, se cree que el hombre tuvo su primera aparición en la tierra hace
setenta millones de años aproximadamente. Después de innumerables variaciones
en el clima del planeta tierra, con sus hostiles periodos glaciales, y las
distintas etapas geológicas, el homínido aparece controlando la naturaleza a su
favor, para así constituir la primera escena humana sobre la tierra.
No
obstante, es importante señalar que la evolución humana no necesariamente
responde a un avanza lineal, en el cual evolucionamos desde un Australopithecus
Afarensis hasta un Homo Sapiens Sapiens. Estas designaciones han ido
derrumbándose poco a poco con descubrimientos como los del antropólogo inglés
Louis Leaky. En 1959 el antropólogo descubre un cráneo de lo que se denomina
actualmente como un zijántropo, miembro
de la especie Australopithecus africano. Posteriormente, en las excavaciones
arqueológicas hechas por un grupo de paleontólogos, encontraron muy cerca del
anterior hallazgo, un cráneo mucho más pequeño, parecido al del hombre
histórico. Sin embargo, se considera que este cráneo pudo haber sido de un tipo
de especie diferente al del Australopithecus pero que fueron igualmente
coetáneos.
Este
hecho nos muestra que el hombre no fue organizado en tres etapas sucesivas de
evolución, sino que probablemente hubo más especies que en la lucha por la
supervivencia, perecieron de alimentos y posteriormente se extinguieron.
Según
las etapas geológicas antiguas de la tierra ─Mioceno, Plioceno, Pleistoceno,
Cuaternario Pleno─ se cree que los primeros homínidos aparecieron en el
Pleistoceno. La adaptación fundamental del homínido, conocida por todos, fue su
capacidad de ponerse de pie en dos piernas (bípedo). Gracias a esto, el
perfeccionamiento del cerebro se logra para que el hombre se adapte y busque
nuevas maneras de dialogar con su entorno, principalmente para su
supervivencia.
Teilhard
de Chardin, importante paleontólogo del siglo XX, lo explica así: “Si el animal
del que procede el hombre no hubiera sido un bípedo, no habría podido servirse
a tiempo de sus manos para sustituir a las mandíbulas de su función
aprehensible, y por consiguiente, el apretado haz de músculos maxilares que
aprisionaban su cráneo no se hubiera relajado” (Llopis, 1967) . A razón de que el
hombre fuera bípedo, pudo desarrollar sus manos con independencia,
permitiéndole al cerebro crecer y, a la postre, desarrollar el “gesto mismo de
la reflexión” (Llopis, 1967) .
Los
cambios más significativos del hombre histórico ocurrieron en el tamaño de su
cerebro y en el cambio del tamaño y forma de las manos. Los cerebros del A.
Afarensis era aproximadamente de 450 centímetros cuadrados. Posteriormente se
fueron agrandando, y la capacidad cerebral del Homo Habilis ya era de 500 centímetros
cuadrados. El Homo Erectus ya contaba con 1200 centímetros cuadrados, capacidad
que les permitió iniciar su expansión masiva hacia distintas partes del mundo.
La
segunda adaptación fundamental para el pleno desarrollo humano fue la de la
forma de las manos. Efectivamente, las manos de los primeros homínidos tenían
características diferentes a las manos del que llamamos comúnmente Homo
Habilis. Las manos de los A. afarensis tenían tan solo dos falanges en los
dedos además de que su pulgar no se podía mover con facilidad. Es por esto que
la maniobrabilidad y la destreza al momento de fabricar armas de piedra solo
tuvo su pleno desarrollo con la adaptación del Homo Habilis, que ya podía mover
independientemente su pulgar. Gracias a esto, el hombre pudo construir
diferentes tipos de objetos, herramientas de supervivencia y puntas de flechas
que les permitía cazar y comer carne animal. Los estudios en el desarrollo
humano, sin embargo, están a espera de un hallazgo que nos ayude a ilustrar qué
fue lo que verdaderamente pasó con las otras especies que tenían
características parecidas al de los seres humanos, y que en su lucha por la
supervivencia, desaparecieron.
Bibliografía
Llopis, J.
(1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño,
Trad.) Ediciones Daimon.
McHenry, H. M.
(2000). Annual Review of Anthropology. Recuperado el 17 de Agosto de
2014, de Australopithecus to Homo: Transformations in Body and Mind:
http://www.jstor.org.ezproxy.uniandes.edu.co:8080/stable/223418
Vidal-Naquet, P.
(1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial
Planeta.
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