sábado, 16 de agosto de 2014

La primera escena humana


Descripción de la ruta:

El viaje a realizar tiene como objetivo principal conocer los primeros vestigios de la  “escena humana”. Se cree que los primeros seres humanos en formar parte integral del planeta tierra se originaron en el sureste de África. Por lo tanto, nuestro viaje abarcará los territorios actuales de Tanzania, Kenia, Etiopía y Sudáfrica.

 Iniciaremos el recorrido en las ciudades del sureste de África de Taung y Sterkfontein actual Sudáfrica. Subiremos, posteriormente, hasta el rio Limpopo y tomaremos la costa este del continente hasta el océano Índico. Tomaremos el canal de Mozambique dirigiéndonos hacia el norte hasta la ciudad de Olduvai. Subiremos hasta el Valle del Omo y hasta los territorios de Melka Kunturé y Hadar.


Allí veremos la expansión del Homo Erectus hacia el oeste en Tenerife, hacia el norte en Azish y hacia el este en Lantian y Zhoukoudian, actual China. Estas rutas de expansión podrán constituir futuros rutas para conocer más detalladamente la expansión humana. 

Mapa de la ruta:


Imágenes:










Cráneo de niño de Taung (tres millones de años)
Australopithecus Africanus









Herramientas de Homo habilis (2.5 millones de años)
Homo Habilis















Homo Erectus (1.8 millones de años)





Expansión del Homo Erectus (200.000 años)


Historia:

Uno de los grandes misterios de la humanidad es resolver de dónde venimos los seres humanos. Tras haber contemplado distintas posibilidades, entre ellas la religiosa, se cree que el hombre tuvo su primera aparición en la tierra hace setenta millones de años aproximadamente. Después de innumerables variaciones en el clima del planeta tierra, con sus hostiles periodos glaciales, y las distintas etapas geológicas, el homínido aparece controlando la naturaleza a su favor, para así constituir la primera escena humana sobre la tierra.

No obstante, es importante señalar que la evolución humana no necesariamente responde a un avanza lineal, en el cual evolucionamos desde un Australopithecus Afarensis hasta un Homo Sapiens Sapiens. Estas designaciones han ido derrumbándose poco a poco con descubrimientos como los del antropólogo inglés Louis Leaky. En 1959 el antropólogo descubre un cráneo de lo que se denomina actualmente como un zijántropo, miembro de la especie Australopithecus africano. Posteriormente, en las excavaciones arqueológicas hechas por un grupo de paleontólogos, encontraron muy cerca del anterior hallazgo, un cráneo mucho más pequeño, parecido al del hombre histórico. Sin embargo, se considera que este cráneo pudo haber sido de un tipo de especie diferente al del Australopithecus pero que fueron igualmente coetáneos.

Este hecho nos muestra que el hombre no fue organizado en tres etapas sucesivas de evolución, sino que probablemente hubo más especies que en la lucha por la supervivencia, perecieron de alimentos y posteriormente se extinguieron.

Según las etapas geológicas antiguas de la tierra ─Mioceno, Plioceno, Pleistoceno, Cuaternario Pleno─ se cree que los primeros homínidos aparecieron en el Pleistoceno. La adaptación fundamental del homínido, conocida por todos, fue su capacidad de ponerse de pie en dos piernas (bípedo). Gracias a esto, el perfeccionamiento del cerebro se logra para que el hombre se adapte y busque nuevas maneras de dialogar con su entorno, principalmente para su supervivencia.

Teilhard de Chardin, importante paleontólogo del siglo XX, lo explica así: “Si el animal del que procede el hombre no hubiera sido un bípedo, no habría podido servirse a tiempo de sus manos para sustituir a las mandíbulas de su función aprehensible, y por consiguiente, el apretado haz de músculos maxilares que aprisionaban su cráneo no se hubiera relajado” (Llopis, 1967). A razón de que el hombre fuera bípedo, pudo desarrollar sus manos con independencia, permitiéndole al cerebro crecer y, a la postre, desarrollar el “gesto mismo de la reflexión” (Llopis, 1967).

Los cambios más significativos del hombre histórico ocurrieron en el tamaño de su cerebro y en el cambio del tamaño y forma de las manos. Los cerebros del A. Afarensis era aproximadamente de 450 centímetros cuadrados. Posteriormente se fueron agrandando, y la capacidad cerebral del Homo Habilis ya era de 500 centímetros cuadrados. El Homo Erectus ya contaba con 1200 centímetros cuadrados, capacidad que les permitió iniciar su expansión masiva hacia distintas partes del mundo.


La segunda adaptación fundamental para el pleno desarrollo humano fue la de la forma de las manos. Efectivamente, las manos de los primeros homínidos tenían características diferentes a las manos del que llamamos comúnmente Homo Habilis. Las manos de los A. afarensis tenían tan solo dos falanges en los dedos además de que su pulgar no se podía mover con facilidad. Es por esto que la maniobrabilidad y la destreza al momento de fabricar armas de piedra solo tuvo su pleno desarrollo con la adaptación del Homo Habilis, que ya podía mover independientemente su pulgar. Gracias a esto, el hombre pudo construir diferentes tipos de objetos, herramientas de supervivencia y puntas de flechas que les permitía cazar y comer carne animal. Los estudios en el desarrollo humano, sin embargo, están a espera de un hallazgo que nos ayude a ilustrar qué fue lo que verdaderamente pasó con las otras especies que tenían características parecidas al de los seres humanos, y que en su lucha por la supervivencia, desaparecieron. 

Bibliografía

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.
McHenry, H. M. (2000). Annual Review of Anthropology. Recuperado el 17 de Agosto de 2014, de Australopithecus to Homo: Transformations in Body and Mind: http://www.jstor.org.ezproxy.uniandes.edu.co:8080/stable/223418
Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario