martes, 25 de noviembre de 2014

Roma y el efecto espejo con Grecia


Descripción de la ruta:

Esta ruta tendrá como objetivo principal conocer la relación que tuvo Roma y Grecia. Más específicamente analizaremos la adopción de ciertas técnicas literarias y artísticas griegas y la posterior modificación por parte de los romanos.

Para cumplir dicho objetivo, es necesario situarnos en la etapa republicana romana, y comenzar nuestro viaje en la actual ciudad de Roma. Tomaremos el camino vía Este hacia el mar Adriático. Allí vamos a alquilar una barca que nos ayude a cruzar el mar. Posteriormente iremos a Macedonia específicamente en la ciudad de Tesalónica. Esto con el fin de visitar el primer foco en el cual comenzó Roma su expansión hacia el Este. Allí tomaremos un tour que nos permita conocer las ruinas de la etapa de esplendor macedonio.

Después de pasar un tiempo en Tesalónica, tomaremos un largo camino por tierra con el fin de llegar a la ciudad de Efeso, en Asia menor. Allí podremos conocer dónde se ubicaba el imperio seléucida y el reino de Antioco III.

Finalmente tomaremos una embarcación hasta la isla de Creta, donde pararemos a descansar con el fin de salir muy temprano al otro día vía Alejandría, parte del imperio Egipcio. De esta forma, lograremos conocer en esta ruta los tres focos conquistados por Roma, para lograr consolidar su máxima expansión territorial en el Alto Imperio.

Mapa de la ruta:  




Imágenes: 



Mujer flavia
Mármol (lápida fúnebre) ca.90 d.C.
Nueva York, Museo Metropolitano







Tito Flavio Vespasiano
Mármol
ca.70 d.C.

(Imperio romano)






Patricio romano
Mármol

ca.75-50 a.C.





Pompilio
Mármol
ca.60-50 a.C.



Augusto de Prima Porta
Mármol
20 a.C.
Roma




Retrato de un joven
Cultura egipcia
Siglo II d.C.
Encáustica sobre madera
Museo Metropolitano de Nueva York





Pareja
Fresco
Nápoles, Museo Arqueológico





Busto de Adriano
Mármol
120 d.C
Roma, Museo Nazionale


Historia:

Con la leyenda de Rómulo y Remo,  el mundo de Occidente conoció el imperio romano por primera vez en el año 753 a.C. Lo que posteriormente se conoce como el imperio más grande del mundo antiguo, nació en la región del Lacio, exactamente en el monte Palatino tras el asesinato de Remo por parte de su hermano Rómulo y la subsiguiente proclamación del estado. Su grandeza territorial goza de igual éxito en campos como la literatura, el derecho y el arte. Lo anterior nos lleva a reconocer a Roma en su aspecto artístico –entiéndase por artístico todo aquello que ennoblece el alma− en detrimento de la idea común de Roma como un todo militar. En consecuencia, es importante desenmascarar esa idea militar como la única cara del imperio, y por el contrario, es objetivo de este ensayo ver la importancia que tuvo el arte en su expansión máxima en las etapas de la República y el Alto Imperio.

No obstante, debemos comprender la consolidación de las prácticas romanas a través de un lente, de un elemento anterior, a saber: la cultura Griega. En el año en que termina la etapa de la monarquía romana, con el reinado de Tarquinio el soberbio en el año 509 a.C., Grecia se encontraba a portas de un periodo de gran fulgor, la Grecia clásica. Si somos fieles a la rigurosidad, Grecia se encontraba en el periodo arcaico en este año, pero ya comenzaban a verse los destellos de lo que sería para el mundo la Grecia clásica. Empero, debe tenerse en cuenta la proporción inversa del crecimiento entre los dos imperios, si es que a Grecia se le puede llamar como tal.  Por consiguiente, nos referimos a esta proporción inversa como un efecto espejo entre la expansión del imperio romano y el decaimiento progresivo de la Hélade. Es primordial, por tanto retomar algunos sucesos históricos característicos de la etapa republicana (510 a.C.- 27 a.C.) y la consolidación del imperio (26 a.C.- Siglo V de nuestra era).

Tras la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C. el mundo vió la mayor expansión que jamás haya hecho un hombre. La conquista de Grecia, el Asia menor, parte del lejano Oriente y Egipto logró mostrarnos la tenacidad, decisión y convicción militar de la cual gozó Alejandro en su corta vida. Después de la muerte de este personaje, el mundo se dividió en lo que se conoce a través de la historia como la repartición del mundo heleno. A partir de dicha coyuntura, la repartición del mundo occidental se concentró en tres principales focos. El primero fue en Egipto bajo la dinastía Ptolomeica; el segundo fue en el Asia menor con el imperio seleucida bajo la cabeza de Antioco III; finalmente el tercer foco fue en Grecia, y especialmente en Macedonia bajo la cabeza de Filipo V, el cual siempre aspiró a recuperar la grandeza consolidada por Filipo el Grande, padre de Alejandro Magno.

Tras la segunda Guerra Púnica –guerra contra Cartago y el poderoso Aníbal− el agotamiento de las tropas romanas fue sustancial. Cartago no había sido fácil de vencer, y por el contrario, las poderosas legiones romanas habían tenido una disminución en sus ejércitos. No obstante, era importante para Roma la expansión hacia el Este, y por consiguiente, decidieron intervenir en Macedonia. La razón principal, a parte del deseo expansionista romano, fue que Filipo V tenía en mente recuperar las posesiones en la Hélade conquistadas por su antecesor, Filipo el grande. Para el momento, Macedonia ya era una pequeña ciudad-estado y no quedaba rasgo alguno de la expansión gozada de antaño.

Cuando los romanos entran en Macedonia en el año 196 a.C., no entran con el deseo de subyugar dicha región y deciden respetar la ciudad y sus habitantes:

“Una vez los espectadores aposentados, los juegos fueron inaugurados en la forma acostumbrada: un heraldo impuso silencia con la trompeta y pronunció la forma tradicional de apertura de los juegos, pero añadió estas palabras: ‘El Senado romano y el general vencedor declaran que, sometida ya Macedonia, todas las ciudades griegas dominadas antes por el rey Filipo quedan en absoluta libertad y exentas de todo impuesto y subordinación a cualquier potencia exterior” (Connolly, 1981).

Esta libertad la conceden los romanos por una razón estratégica. Bien sabían el carácter rebelde de los macedonios, y la fuerza con la cual se fundaban las ideas de los griegos para subyugarlo como cualquier otro pueblo. Por el contrario, los romanos deciden conceder una libertad parcial, en la cual Macedonia sería un estado libre de tributos, pero debía mantener en orden a su población y en sutil obediencia al imperio. No obstante, esa alegría con aire de libertad y autonomía fue coartada posteriormente por el imperio tras la sublevación de Perseo, hijo de Filipo V. Perseo, no creyó desde un principio en una libertad disimulada de poder indirecto por parte de los romanos, y decide armarse a escondidas para combatir al imperio. No obstante, Paulo Emilio es alertado de dicho acontecimiento, y decide actuar antes de que el ejército macedonio se arme lo suficiente como para comprometer militarmente a las legiones. Finalmente  las legiones vencen las míticas falanges macedonias y declaran a dicho pueblo una provincia romana.

En este orden de ideas, Roma comienza a pensar que sus vecinos, los seleucidas podrían causar la misma molestia que los griegos, y deciden atacar a Antioco III, rey seleuco. Antíoco es derrotado en el 190 a.C. y como consecuencia, Roma les pidió las mismas exigencias  que a los pueblos subyugados, a saber: La entrega de la flota, la entrega de los elefantes de guerra, y un pago de una gran suma que consistía en “15000 talentos, a título de reparaciones e indemnización y un pacto de no agresión con respecto a sus países vecinos en el Oeste” (Adkins).  Finalmente, al igual que Cartago, Macedonia y Asia Menor tuvieron que contribuir con paga de tributos al imperio romano.

De esta forma, Roma lograba asirse con prácticamente la totalidad de los territorios limítrofes al mar Mediterráneo. El último foco de poder helénico era Egipto el cual también fue conquistado por Roma tras la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en el año 30 a.C. por Octavio, próximo Augusto emperador de Roma.

La importancia de este breve recuento histórico es que por medio del mismo, podemos ver cuál era la posición de Roma con respecto a Grecia y su esplendor helénico, que aunque no seguía brillando como antes, habría enseñado al mundo otra manera de pensar las bellas artes. Es en el siglo VI a.C. que Atenas se consolida mundialmente (occidente) como un verdadero centro cultural del mundo. Lo anterior, de la mano de Pericles, fue una época en la cual Grecia intento la búsqueda incesante de la virtud y el equilibrio. Parecía que dicho esfuerzo bastaba con la consolidación de la imagen, que a la postre, tendrían los helenos con respecto al mundo. Los pueblos vecinos de los griegos admiraban profundamente la idealización de la belleza de los hombres y de los dioses que tanto exhibían en sus esculturas y las ideas de la perfección perfecta y la serenidad humana como virtudes que han de ser alcanzadas fascinaban a todo el mundo, inclusive a Roma. Por medio de esto también podemos entender con elementos históricos el efecto espejo del cual me refería al principio del texto, y el cual será objetivo de explicación para el arte y la literatura.

El susodicho efecto espejo del cual hablamos al momento de referirnos al auge romano, al mismo tiempo del decaimiento de la hegemonía griega, puede verse en muchos aspectos culturales, sociales o políticos de Roma. Uno de estos aspectos es la creación y posterior consolidación de la literatura romana. El nacimiento de la poesía latina se puede afirmar que fue un esfuerzo por retomar esas epopeyas griegas y traerlas –banalizarlas si se quiere− al cotidiano romano, a la tierra y a la gente en especial. El primero en empezar con este movimiento de literatura latina sería un tarentino llamado Livio Andrónico (Llopis, 1967). Este personaje, nacido en el 272 a.C., fue criado con enseñanzas griegas –como la mayoría de los niños en Roma−. Como los romanos tenían gran admiración por los griegos, era común que los romanos pagaran a los grandes maestros y filósofos griegos para ir a fundar academias al estilo heleno. Es por lo anterior que los Romanos consideraran de suma importancia la instrucción en las virtudes griegas del bien y la verdad.

Cuando fue llevado de Tarento a Roma, Livio logró ganarse un puesto y un consecuente afecto en las élites de Roma. Fue así, como este personaje contribuyó a la helenización de la élite romana. Tomando elementos de la tragedia griega y adaptándolos al popular de la gente, fue Livio quien escribió la primera tragedia romana, representada por vez primera en los juegos romanos comúnmente llamados Ludi que intentaban, además, asemejarse a los juegos Olímpicos griegos (Llopis, 1967). Asimismo, cuando ya se encontraba anciano, Livio fue encargado de la traducción de la Odisea, obra insigne de Homero en los albores de la Grecia clásica.

Otro importante exponente de la literatura latina, o al menos el comienzo de esta, fue Nevio. Originario de Campania, Nevio gozó también de una instrucción griega por parte de su nuevo pater familias quien lo había adoptado cuando era joven. A Nevio le fue encargado, ya conocidas sus aptitudes, la representación de los juegos escénicos con temas extraídos del repertorio griego (Adkins). Fue así como Nevio se aventuró a escribir una epopeya imitada de la Iliada de Homero. Podemos notar, a simple vista, el impacto y la influencia que tuvo el autor griego en los dos exponentes de la literatura latina.

Pero no solo en el terreno puramente literario puede verse la directa influencia griega en los escritos latinos. Adaptar las comedias griegas a los gustos sencillos del público romano, distintivo fundamental en la comprensión de la literatura latina, fue tarea satisfactoriamente llevada a cabo por parte de Plauto y Terencio (Adkins). Estos dos personajes, uno romano y el otro africano respectivamente, fueron grandes precursores de lo que, a la postre, se consolidaría como el teatro popular, las comedias y sátiras romanas. Las adaptaciones populares de las comedias griegas era una tarea que consistía básicamente en traducir dichas comedias en lengua familiar, generalmente con uso de términos coloquiales y uno que otro chascarrillo de suma vulgaridad. Las obras más importantes de Plauto fueron las comedias de intriga, tales como el fantasma y la olla, reconocida posteriormente por haber influenciado a Moliere en su escrito el avaro.

Asimismo, el arte romano no fue la excepción a esta regla de influencia directa griega. Así como lo expresa Susan Woodford en su libro The Art of Greece and Rome:

“An inmense amount of sculpture was carved both before and during the period of Roman empire (31 BC- 330 AD); most of it consisted of copies, adaptations or variations of Greek prototypes. This provided business for many hundreds of skilled sculptors throughout the empire who knew their materials and how to work them” (Woodford, 1982).  

Por medio de esta cita, podemos observar cómo el arte romano, en un principio, estuvo cimentado y fijado bajo las bases del arte griego. Trayendo a colación la idea de la profunda admiración de lo griego por parte de los romanos, podemos observar en los primeros trabajos artísticos hechos en Roma, que estos son una copia o una adaptación de las escultura griega al común romano.

Al respecto, el libro de Plinio el Viejo (Plinio, 2003) nos habla también de esta posible “banalización” del arte romano. Efectivamente, Plinio hace una fuerte crítica en la introducción de su texto a la imitación insípida que traen las nuevas formas de escultura y de retratos tallados en piedra por parte de la población romana. El autor argumentaba que el arte era antes de interés de los reyes y de los ciudadanos célebres por un acto digno de ser admirado. Esto hacía celebérrimos a quienes eran dignos de pasar a la posteridad (Plinio, 2003). Esta causa noble, la representación de estos ilustres y reconocidos personajes por medio de la pintura y la escultura, ha caído en desuso según las críticas de Plinio. Esto, según el autor, se ha dado básicamente por culpa de las familias adineradas que además de trivializar el arte con la representación de ellos mismos, también contribuyen al decaimiento del arte al hacer rasgos en sus representaciones que no se diferencian de las demás figuras. Es así como es banalizado el retrato, a tal punto, que la gente prefiere poner en su sarcófago cualquier tipo de representación de deportistas, y no la propia.

De igual forma, Plinio nos explica los colores utilizados en las pinturas y cómo fue desarrollándose este. Al principio se utilizaban colores monocromos, que eran los utilizados en las cavernas para representar el contorno de una figura humana. Nos explica asimismo que los colores ricos en Roma son “el minio, el armenium, el cinabrio, el chrysocolla, el índigo y el rojo púrpura” (Plinio, 2003). El resto de colores, argumenta el autor, son austeros. Con la utilización de colores, y la posterior expansión en la gama de los mismos, Plinio nos explica cómo descubrieron los artistas romanos la luz y las sombras como resultados de la mezcla de dichos colores. Posteriormente, aparecería el brillo, y entre estos, aparecen los tonos, que aluden a la yuxtaposición entre los colores y la posterior armonización de los mismos (Plinio, 2003). No obstante, la queja del autor vuelve sobre el punto del dinero, ya que señala que gracias a las familias con dinero que carecen de gusto artístico, se han mandado traer púrpuras de los ríos de India, colores que a juicio del autor, opacan los verdaderamente importantes.

Empero, no podemos basarnos únicamente en la opinión de Plinio el viejo, que si bien fue fundamental para reconstruir las prácticas artísticas y escultóricas del mundo romano, no pasa de ser una aproximación de un primer plano, que estaría dejando por fuera las consecuencias positivas que el arte romano tuvo para el ulterior desarrollo artístico del mundo antiguo. Con respecto a la pintura, hay autores que consideran que si bien consiste en una adaptación romana de la pintura hecha en Grecia, esta tuvo un importante desarrollo en lo que se conoce como los cuatro estilos del arte de Pompeya. De igual forma, señala Woodford que la pintura romana logra distanciarse de la concepción griega del arte. Así lo expresa el autor: “While Greek painting has been largely lost, a great deal of Roman painting has survived” (Woodford, 1982).

Pompeya y Herculano fueron las ciudades exponentes de las nuevas técnicas de la pintura romana. El primer estilo de pintura de Pompeya consiste en “pintar sobre una superficie plana, que consistía en yeserías con relieve para producir el efecto de sillería monumental, o, alternativamente, de mármol. Los bloques fueron pintados en colores brillantes y con frecuencia abigarrado sugerir las venas de mármol o alabastro” (Touchette, 2014). El segundo estilo de pintura consistía en hacer un tipo de perspectiva en los muros que pareciera que hubiera, dentro del muro, un cuarto o una figura incrustada. Los otros dos estilos pretenden perfeccionar el segundo estilo mediante técnicas de relieve.
 
La otra categoría que también gozó de bastante popularidad en el imperio romano fue la representación por vía escultórica. En principio, la escultura fue desarrollada con el fin de representar ciudadanos ilustres e importantes figuras como por ejemplo senadores o cónsules. Lo anterior, con el fin de imponer un sentido de dominación, que la escultura lograra transmitir un sentido de dominio y poder sobre la población civil. La idealización de la escultura griega es adaptada al sentido de dominación que quiso imponer Augusto en la consolidación del imperio. Es por esto, que por ejemplo, el Augusto de prima porta tiene cierta similitud con las esculturas y representaciones idealizadas de la Grecia clásica. Asimismo, los elementos expresivos en las esculturas romanas pudieron haber sido tomado de la influencia del arte helenístico. Si bien el periodo expansionista de la Grecia helenística había desaparecido bajo el yugo romano, las formas de representación artística, con todos los elementos pasionales y sentimentales, y la verosimilitud en las representaciones siguen siendo tema digno de figuración en los círculos de artistas romanos. 
 
Asimismo, es importante señalar que las representaciones romanas, además de un sentido de dominación y poder, pretendían reflejar con la mayor verosimilitud, las características y los rasgos distintivos de los personajes representados. Así lo expresa D’amba en su libro Roman art in context: 
 
            “The nature of this content [the ones of the portraitures] becomes clear as soon as context of meanings available in the wider range of contemporary portraiture is examined. Through emphasis on the marks of the age, these men call attention to their long service to the state and their faithfulness to constitutional procedures, in intended contrast to the meteoric careers and dubious methods of the individualistic faction-leaders –men like Marius and Sulla, Pompey and Caesar, later Antony and Octavian− whose ambitions and rivalries in the quest for personal power were rending the fabric of the republic” (D'ambra, 1993). 
 
A partir de lo anterior, podemos ver que las representaciones escultóricas se hacían fundamentalmente en hombres del estado, que dedicaban sus vidas a la expansión de la romanización. Esta visión figurativa se distancia sustancialmente de la concepción ideal expresada en las esculturas griegas. En Grecia, sobretodo en el periodo clásico, las figuras dignas de representación eran los deportistas, muchachos criados bajo las virtudes filosóficas en la Palestra y con un cuerpo formado a lo largo de su vida en el Dadiscaleum. En la Grecia helenística, las figuras representadas con mayor frecuencia eran los boxeadores o las figuras mitológicas (Onians, 1999). No obstante, la escultura romana parece distanciarse de este ideal Griego. Sólo las figuras importantes, las figuras públicas, serían representadas y colocadas en las plazas de las villas, con la intención de imponer un tipo de dominación y reconocimiento sobre la población. 
 

A manera de conclusión, podemos ver a lo largo del texto cómo se ve el efecto espejo entre Grecia y Roma, especialmente en el campo de la literatura y las artes. Es apenas evidente la forma en la que Roma intenta adaptar el estilo griego, −en cuanto a sus epopeyas, sus pinturas o sus esculturas− a sus maneras de representación propias. Parece constante la adaptación de las técnicas artísticas griegas en la población romana. Pero si bien podemos ver al principio un tipo de “banalización” del arte antiguo y la consecuente pérdida de ese carácter sublime tan expresado en el arte griego, es importante ver la forma en la cual Roma avanzó con respecto a la pintura y a las formas de representación escultórica. Si bien debe entenderse un efecto espejo en la adaptación de ciertas características helenas por parte de Roma, debe reconocerse también que los romanos lograron avanzar en las técnicas artísticas, que en un principio no pasaban de una vulgar copia.









 

Bibliografía

Adkins, L. (s.f.). El imperio romano. Madrid: Edimat Libros.

Connolly, P. (1981). Greece and Rome at War. Londres: Macdonald.

D'ambra, E. (1993). Roman Art in Context. New Jersey: Prentice Hall.

Plinio. (2003). Historia Natural. Madrid: Visor.

Thompson, N. (2007). Roman Art. New York: The Metropolitan Museum of Art.

Woodford, S. (1982). The art of Greece and Rome. United Kingdom: Cambridge University Press.

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.

Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.

Touchette, Lori-Ann, et al. "Roman art, ancient." The Oxford Companion to Western ArtOxford Art Online. Oxford University Press, accessed November 26, 2014,http://www.oxfordartonline.com/subscriber/article/opr/t118/e2259.

Onians, J. (1999). Classical art and the cultures of Greece and Rome. New Haven: Yale University Press.




lunes, 17 de noviembre de 2014

La educación en Grecia


Descripción de la ruta: 

Esta ruta tendrá como objetivo conocer cómo fue el sistema educativo en la Antigua Grecia. Con todos los nuevos métodos de enseñanza, y aún el replanteamiento de la enseñanza clásica muy en boga en nuestros tiempos, es importante conocer cómo era la educación en la antigüedad, así como analizar los roles que tenían los profesores y los estudiantes. No obstante, es importante aclarar que no se tiene tanto conocimiento acerca de las percepciones de los estudiantes de la antigüedad. Empero, esto no constituye ningún obstáculo al momento de analizar los roles estudiante-profesor, ya que muchos de los profesores fundadores de la Academia, como Platón, fueron alguna vez discípulos de alguien. 

Recorreremos los actuales territorios de Grecia, Turquía e Irak. Los focos en los cuales nos concentraremos son las antiguas ciudades de Esparta, Atenas y Seleucia. Aunque esta ruta tiene gran similitud con la anterior, se diferencian en el espacio temporal, ya que esta la situamos en la época clásica griega.

Partiremos de Selucia, a donde fue Platón tras la muerte de su maestro Sócrates. Tomaremos vía oeste hasta encontrarnos con el mar egeo a las orillas de la península de Anatolia. Allí tomaremos una embarcación que nos llevará por todo el Egeo hasta Atenas. Desembarcaremos allí y tomaremos camino hacia Esparta.

Mapa de la ruta:



Imágenes: 












Palestra Griega (427 a.C.)


Dion de Siracusa (409 a.J.C.-, 354)


Sócrates 470 a.C. - id., 399 a.C



La escuela de Atenas
Rafael Sanzio (1510)
Vaticano



Historia:

Podemos decir que la escuela griega aparece por vez primera con el ánimo de crear ciudadanos griegos bajo la virtud del bien. Con el objetivo de cultivar satisfactoriamente dichas virtudes, el ciudadano griego debía entrenarse físicamente y debía tener buen desempeño en el arte de la filosofía. Es así como la enseñanza hacia los jóvenes atenienses se dividía en dos instituciones: El Dadiscaleum, encargado de la enseñanza de la literatura, la retórica, la poesía, la música y las matemáticas, y por otro lado la Palestra, encargada del entrenamiento físico de los jóvenes.

La Palestra era la institución encargada de instruir a los jóvenes, próximos a ser ciudadanos, en las tácticas del ejército y en especial en el entrenamiento del cuerpo. Si bien la Palestra tenía el fin de enseñar y fortalecer las técnicas militares, también fue prioritaria la educación física para los deportes, sobre todo los practicados en los Juegos Olímpicos. De siete a once años, los estudiantes aprendían a bailar y a jugar los juegos de pelota. De doce a trece años, los jóvenes eran entrenados en disciplinas físicas más rigurosas tales como el salto alto, correr, lucha, lanzamiento de jabalina, y lanzamiento de disco, los juegos del pentalón. A la edad de dieciséis años, los jóvenes se iban al gimnasio, lugar en el cual seguían entrenando, pero en el cual también se les instruía en  filosofía y en comunicación social.

No obstante, la práctica filosófica fue adquiriendo cada vez mayor importancia y la academia como tal, comenzó a conformarse. Los primeros pensadores que comenzaron a darle importancia a la filosofía y a la retórica fueron los sofistas. En la época de Pericles, una serie de personajes llamados sofistas, que lograban de la misma afirmación probar verdad o falsedad. Al principio, se tuvo la concepción de que los sofistas eran hombres sabios e instruidos en todas las ciencias que para el momento estaban en boga. Empero, ellos no se dedicaban a descifrar los grandes enigmas de la vida, y por el contrario, predicaban conocimiento útil para la vida.

El máximo exponente de esta escuela fue Protágoras, reconocido sofista de su tiempo. Protágoras fue tal vez el sofista que logró marcar el rasgo distintivo con respecto a otro tipo de pensamientos de la época. Este argumentaba que la verdad absoluta no existía y que solo hay opiniones y maneras de ver el mundo. Su pensamiento se fundaba en la creencia absoluta de la retórica, y cómo esta puede refutar hasta el pensamiento más complejo. Esta escuela de los sofistas fueron los que comenzaron dando conferencias y clases a los ciudadanos, mostrándoles el poder de la palabra, y más aún, el poder que tenemos sobre ellas.

Pero la Hélade no se circunscribió únicamente en el pensamiento sofista. Existieron también pensadores que revolucionaron y discutieron las creencias sofistas con respecto al desconocimiento de todo tipo de verdad. Uno de estos fue el filósofo Sócrates, quién gozaba de una amplia credibilidad de parte de la gente que le rodeaba. Sócrates era bien conocido en Atenas por la actividad que este llevaba a cabo todos los días. Paseaba por la ciudad hablando con cualquier persona, preguntándole sobre temas de la actualidad como el tiempo, la cosecha y los precios del mercado (Llopis, 1967). Su fin último era hacer buenos a los ciudadanos, y por eso procuraba hablar con todos en la ciudad, e instruirlos en las virtudes. Sin embargo, el fin de este genio no estuvo a la altura que su personalidad lo exigía, y fui ejecutado por escándalos relacionados con su séquito de discípulos que estaba conformando en torno a él.

 No obstante su muerte, Sócrates fue recordado por sus discípulos como Platón quienes escribieron posteriormente sobre él. Su técnica de preguntas capciosas, permitían un interés en el estudiante por conocer lo que trataba de decirle su maestro. Sócrates nunca les decía a sus discípulos las respuestas directamente, sino que hacía que ellos llegaran por medio de preguntas a ellas. “Sócrates tenía que guiar a sus oyentes paso a paso: admirable pedagogo, animaba siempre a sus discípulos repitiéndoles que la prosecución de este ideal, la voluntad de ser mejores, encuentra su recompensa en la pura alegría que lleva en sí” (Llopis, 1967).

A partir de ello, podemos ver cómo sus discípulos, si bien tenían un carácter pasivo de aprendizaje al esperar que su maestro le transmita conocimiento, también debía tener un rol activo en su propia educación. Lo anterior por cuanto Sócrates nunca le iba a decir la respuesta a alguien que no se esforzara en encontrarla. A manera de ejemplo, podemos ver los discípulos Aristipo y Platón, que avanzaron aún en las teorías socráticas al plantear que el verdadero objetivo de la vida era gozar, pero con inteligencia y mesura.

Platón seguiría con esta enseñanza  de cambiar y hacer mejor a los hombres de su tan admirado maestro. En compañía de su discípulo Dion de Siracusa, logró consolidar un grupo de jóvenes filósofos y los reunió en lo que llamó la Akademeia. Llamó a esta congregación de esta manera ya que está situado en un lugar dedicado a Akademos, un héroe griego legendario. El objetivo de esta escuela era, además de plantear problemas filosóficos, el de constituir un centro de investigación científica en donde se trabajara la ciencia del alma humana, la lógica y la ética.

Al respecto, un discípulo de Platón creó también un instituto parecido a la Akademeia de su maestro. Aristóteles, maestro de Alejandro Magno y de muchos más jóvenes atenienses, creó una escuela filosófica con el nombre de Lykeion (liceo). La escuela no radicaba en la metafísica sino en la lógica y tenía como objetivo enseñar a sus discípulos sobre lo maravilloso de su naturaleza.


Sin embargo, tanto Platón como Aristóteles siguieron con la formulación de preguntas sin respuestas categóricas utilizada por Sócrates. Esto permitía a los estudiantes tener mayor control sobre su propia educación, al ser agentes que tienen que estar en constante diálogo consigo mismo. Esto permitió a los discípulos de estas grandes personalidades construir y avanzar en el pensamiento filosófico griego. 


Bibliografía: 

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.

Citizenship and State-Sponsored Physical Education: Ancient Greece and Ancient China
Paik Wooyeal and Daniel A. Bell
The Review of Politics, Vol. 66, No. 1 (Winter, 2004), pp. 7-34}

Mondolfo, R. (1956). El genio helénico. Buenos Aires: Editorial Columba.



sábado, 15 de noviembre de 2014

El Helenismo


Descripción de la ruta: 

Esta ruta tendrá como objetivo conocer el mundo helenístico de la antigua Grecia. Más específicamente, viajaremos por algunas obras artísticas características por su impresión de los sentimientos y las pasiones. Pero esto no es gratuito, y por el contrario, se relaciona directamente con la gran figura del momento: Alejandro Magno. 

Los territorios por los cuales iremos en esta ruta son los actuales territorios de Grecia. 

Nuestra ruta comenzará en Esparta, en la península del Peloponeso. Posteriormente iremos hacia la antigua ciudad de Argos, también ubicada en esta península. Visitaremos también la ciudad de Corinto, para finalmente, dirigirnos a la ciudad de Atenas. Aquí acabará nuestro recorrido, que si bien a simple vista parece corta, dará cuenta de la importancia del arte helenístico de los años de Alejandro el "Grande". 

Mapa de la ruta: 




Imágenes: 
























Filóxeno de Eretria
Batalla de Issos (entre Alejandro Magno y el rey Darío III)
Mosaico romano: copia de una pintura helenística de ca.310 a.C
Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, Italia
(originalmente en la Casa del Fauno, Pompeya)
















Gnosis
Escena de cacería
Mosaico (sobre piso
hecho con piedras -teselas)
ca.300 a.C. (helenístico)
Macedonia, Pella, Grecia



















Lisipo
Apoxiomeno
 330 a.C.
(copia romana)
Mármol
Museo Pio-Clementino, Vaticano (repositorio)






















Atribuido a Apolonio de Atenas
Boxeador sentado
ca.100-50 a.C.
(periodo helenístico)
Bronce
Museo Nacional Romano



















Lisipo
Hércules cansado
ca,320 a.C.
(copia romana de bronce griego)
Mármol
Museo Arqueolígico Nacional de Nápoles.






















Apolonio
Torso Belvedere
Copia del original fechado 150 a.C.
(helenístico)
Museo Pio - Clementino, Vaticano, Roma
























Victoria de Samotracia, ca.190 a.C. mármol. (Louvre)



















Atenodoro, Hagesandro, Polidoro de Rodas
Laoconte y sus hijos
ca.175-150 a.C.
Mármol

Roma, Museo Vaticano






















Epígono (atrib), Galo suicida, monumento a Átalo I, Pérgamo, ca.230-220  a.C., copia romana, Roma, Museos Capitolinos







Historia:

El periodo de Grecia helenística fue el último periodo que logró darse a conocer al mundo como una auténtica vitola griega. Tras este periodo, llegaría Roma y su vasto imperio, desapareciendo así la hegemonía griega sobre el Egeo y el mediterráneo. No obstante, la cultura de los Helenos perduraría hasta nuestros días y sus enseñanzas dejarían, a la postre, una marca indeleble para la cultura mundial. Precisamente es el periodo helenístico quién logra esa expansión griega sobre los territorios de Asia menor y sobre Egipto, llevando las enseñanzas de los griegos a distintos lugares. El comercio griego tuvo una expansión a gran escala, y la consolidación de ciudades en Asia menor con características griegas permitieron una expansión,  no solo circunscrita en términos territoriales, sino en términos sociales y culturales. Sin embargo, esta tarea está directamente relacionada con las hazañas conquistadoras de Alejandro Magno. Las características que permitieron la inmensa conquista de Alejandro -sus creencias en los sentimientos y pasiones, a diferencia del equilibrio y la armonía de la Grecia clásica- darán cuenta de un paradigma, el cual permitirá entender el arte y la cultura helenística. 

Con el objetivo de entender dicho paradigma, es necesario comenzar con ciertos rasgos de la Grecia helenística. Las conquistas de Alejandro Magno en el Asia Menor y en Egipto permitieron tal vez la primera conexión mundial comercial. Fue de esta manera que se lograron consolidar sistemas monetarios, tales como las monedas tracias que tenían la imagen de Alejandro. Asimismo, las conquistas permitieron el auge de nuevos centros mundiales. Al respecto, podemos mostrar la tarea de Seleuco I al "fundar una nueva capital del Tigris, Seleucia, para rivalizar con Babilonia, centro entonces de la economía mundial" (Llopis, 1967). La ciudad Seléucida alcanzó cerca de 500.000 habitantes y logró consolidar una próspera agricultura así como un sistema de gobierno liberal. "Los productos de la India pasaban entonces por Seleucia para continuar rumbo a Occidente" (Llopis, 1967). 

Asimismo, la ciudad de Alejandría se convirtió en otro epicentro de la cultura comercial griega. Si bien los alejandrinos mantuvieron su sistema monetario propio, y no adoptaron la moneda tracia como lo hicieron los seléucidas, dieron continuidad a la tarea expansiva de Alejandro en Egipto. Comercialmente hablando, Alejandría se convirtió en un punto clave para el comercio entre el Egeo y el Nilo por una parte, y por la otra para el comercio entre Cartago y Siria, uniendo el Oeste con el Este. De igual forma, los alejandrinos se encargaron de construir una ciudad monumental. "Las calles, de 6 a 10 metros de anchura, según su importancia, eran perpendiculares, y en cada barrio había una plaza de grandes proporciones y fácil acceso rodeada de pórticos. [...] Los edificios oficiales y frondosos parques públicos daban a la vez una sensación de grandeza e intimidad" (Llopis, 1967). Asimismo, Alejandría se convirtió en el nuevo centro del importante avance científico helenístico. Ptolomeo I fundó una escuela científica llamada Museo, en donde confluyeron importantes personalidades científicas del momento. entre estos encontramos a Euclides y a Arquímedes de Siracusa. 

Si bien esta expansión territorial y la consecuente importancia de centros fundados por Alejandro nos muestran la importancia del paradigma de Alejandro, será el arte quién nos mostrará a qué nos referimos con el concepto "paradigma". Las conquistas de Alejandro nos muestran un cierto retorno a la época dorada griega. Hijo del rey Filipo II y criado en la más alta enseñanza griega, el pequeño Alejandro fue instruido tanto en las ciencias como en el arte de la guerra. Siendo discípulo de Aristóteles, aprendió los cánones fundamentales por los cuales se regía la sociedad griega. Sin embargo, Alejandro se separa de esta concepción clásica de la concepción del mundo, y en especial, de las ideas de armonía y equilibrio. Todo parece apuntar a que las características de Alejandro eran las de un rey arrogante, dirigido por pasiones y cuya preferencia hacia la violencia permitió la construcción del inmenso imperio que logró con tan poca edad (Onians, 1942). 

Es precisamente a esto cuando nos referimos al paradigma alejandrino, creador e impulsor del periodo helenístico griego. La sociedad griega tenía ya ciertos conceptos y cánones construidos en su época clásica. Estos elementos eran distintivos de lo helenos, y eran los que permitían su reconocimiento con respecto a otras culturas. El primer elemento distintivo de los helenos era su concepción acerca de su inteligencia, por encima de los otros pueblos del mundo. Lo señalaba ya la escuela de los sofistas, en el cual estaba Isocrates a la cabeza. Los trabajos de Heródoto, Aristóteles, Platón, así como los dramaturgos, tales como Aristófanes muestran esta pretensión de racionalidad característica de los helenos. Asimismo, el concepto de cooperación parecía estar muy en boga en dicho periodo histórico para Grecia. Falta ver el sistema democrático en el cual estaba basado el sistema político en Atenas para vaticinar que la cooperación entrañaba no solo las relaciones políticas, sino también las relaciones sociales en la Hélade. En consecuencia, estos ideales propios de los griegos, tales como el conocimiento, la planeación y el común acuerdo, pueden ser sintetizados en un concepto, en el cual se concentrará el arte clásico, a saber: el logos

Por otro lado, Alejandro es el representante de lo contrario a estos valores clásicos. Su primera acción en contra de lo establecido fue en contra de la religión Macedonia, al desconocer la prohibición de pelear en el mes sagrado Daisius, y posteriormente cambiarle el nombre al mes por el de Segundo Artemisius. De esta misma forma, cuando Alejandro se aproximó a cruzar hacia Asia menor, este no sabía específicamente cual iba a ser su ruta de viaje, y por el contrario se dejó llevar por sus impulsos, conquistando cuanto pueblo se le atravesaba. Este impulso personal característico de Alejandro, muy contrario a los valores racionales y de planeación, fueron los que le permitieron a este aventurero asirse con la hélade, Asia menor y Egipto. Este constante estímulo por desconocer las convenciones sociales o las percepciones comunes, lograron dejar que sus pasiones se apoderaran de sus acciones y tomara las arriesgadas decisiones que en su tiempo, tomó Alejandro. No obstante, su astucia militar y su increíble capacidad estratégica complementarian esta sed de poder y territorio, que lo convertirían en el personaje más importante de su tiempo. 

Es así como la enorme expansión territorial por parte de Alejandro permite consolidar un arte cosmopolita helenístico que nos muestra más gestualidad, pasiones y en general, temas de la vida cotidiana. El concepto naciente de la figura de Alejandro como paradigma es el de pathos. Este alude a la expresión, por medio del arte, al movimiento, el dolor, los sentimientos y las pasiones. A manera de ejemplo, podemos ver en las fotos el reflejo en la escultura sobre las expresiones de cansancio, la gesticulación que permite dar cuenta del sufrimiento y dolor. Asimismo, el torso de Belvedere nos muestra un cambio en la representación escultórica griega. Esta "movilidad" del torso será característica para las demás esculturas de ese tiempo, que permitían dar cuenta esa expresión fidedigna de un momento específico.

Por medio del arte, podemos ver cómo la época helenística griega está imbuida bajo el paradigma de Alejandro Magno en toda su concepción. El helenismo permite consolidar centros de intercambio mundial, consolidando importantes epicentros griegos en Asia menor y en egipcio. Pero no solo eso. El arte se convierte en un elemento de representación directa de lo que fue, e hizo, Alejandro en su importante campaña expansiva. Cabría preguntarse finalmente ¿Fue el helenismo un completo triunfo hegemónico griego sobre el mundo? O por el contrario ¿Fue el helenismo una ruptura absoluta con la tradición griega clásica, al punto de construir una concepción cosmopolita, en la cual cada cultura tuvo su punto de importancia? 


Bibliografía: 


Mondolfo, R. (1956). El genio helénico. Buenos Aires: Editorial Columba.

Onians, J. (1942). Classical Art and the Cultures of Greece and Rome. Singapore: Yale University.

Touchette, Lori-Ann. "Hellenistic art." The Oxford Companion to Western Art. Ed. Hugh Brigstocke.Oxford Art Online. Oxford University Press. Web. 17 Nov. 2014.<http://www.oxfordartonline.com/subscriber/article/opr/t118/e1181>.

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.

Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.