Descripción de la ruta:
Esta ruta, a pesar de ser un viaje pequeño en comparación al vasto territorio recorrido en la ruta pasada, nos permite conocer de dónde nace lo que posteriormente conoceríamos como la civilización griega. Esta primera etapa del Hélade se conoce como la cultura Minoica.
El territorio a recorrer pertenece al actual país de Grecia. Nos situamos, por tanto, en la isla de Creta en las actuales islas de Heraklion, Chania y pasaremos por la isla de Naxos donde, según la leyendo de Terseo y el laberinto fue extraviada Ariadna, hija del mítico rey Minos y ayudante en el triunfo de Terseo.
Pasaremos por las antiguas ciudades de Knossos, Faistos y la Canea. De allí tomaremos una embarcación a la isla de Naxos. Después nos devolveremos hacia Creta y finalizará el recorrido.
Ruta:
Imágenes de la ruta:
Palacio de Knossos (Cultura Minoica)
Fresco representando la actividad de toreo (Minoicos)
Cerámica de Diosa-serpiente.
Historia:
Basta
con mencionar su nombre para que todo alrededor suscite belleza y esplendor.
Grecia, el nacimiento de la cultura de Occidente, la tierra donde florecieron
pensamientos filosóficos aún vigentes, el pensamiento y la sublimidad en su
máxima expresión. No en vano el renacimiento se encargó de recuperar sus valiosas
enseñanzas en las artes de la pintura, la música, el drama, la filosofía, etc. Grecia
encarna el bosquejo de lo que ahora somos, de nuestro inicio como cultura
occidental, del preámbulo a las formas comunes de convivencia, entre ellas, la
creación del Estado como ente regulador del ser humano. Es, por lo tanto, una
herramienta de entendimiento al ser humano occidental actual. Pero así como Grecia
nos puede explicar de dónde venimos, asimismo es importante ver de dónde viene
esta civilización. El nacimiento del ímpetu griego fue perceptible mediante un
triángulo conformado en medio del mar Egeo. Las culturas que marcaron el ethos del hélade son la minoica, la micénica
y la de Troya. No obstante, constituye objeto de esta ruta la temprana aparición
de lo griego en los minoicos (3000-1400 a.C).
La
isla de Creta, y la cultura minoica que habitaba en ella, señala el primer
vestigio de los que se conoció posteriormente como los griegos. Su aparición en
el mundo desde el 3000 al 1400 a.C. muestra una “civilización centrada en el
palacio y la ciudad” (Llopis, 1967). Los hallazgos arqueológicos nos muestran
una “sociedad estratificada y de la concentración del poder en algunas grandes ciudades,
caracterizadas por la presencia de un conjunto arquitectónico central ─el
palacio─, punto focal de la vida económica, política y religiosa” (Vidal-Naquet,
1988). Conocida en la antigüedad como el territorio de las “cien ciudades”, Creta
tuvo su descubrimiento a manos de un inglés, el arqueólogo Sir Arthur Evans. Evans
logró encontrar la mítica ciudad y el palacio de Minos en Knossos.
Durante
las excavaciones, Evans encontró que una parte del palacio real parecía ser un
laberinto. Posteriormente descubrió la Leyenda de Teseo y el laberinto, por el
cual se pudo explicar esta fracción del inmenso palacio. La leyenda trata sobre
la construcción del laberinto a manos de Dédalo, encargado del rey Minos. Este
laberinto fue construido, según la leyenda, con el objetivo de mantener
encerrado a un Minotauro, ser mítico de los minoicos que consistía en la figura
de un hombre con cabeza de carnero. Todo el que entrara al laberinto sacrificaba
su vida ya que era imposible encontrar salida a este, y porque tarde o temprano
el ser perdido sería comido por el minotauro. Posterior a la construcción del
palacio con su temida fama, al Rey Minos le llegan noticias de que su hijo ha
sido asesinado en Atenas. Encolerizado el rey, decide atacar Atenas con toda su
armada minoica.
Al
triunfar dicha armada en la ciudad de Atenas, el rey propone una tregua con una
condición: cada nueve años los atenienses tendrían que enviar siete muchachas y
siete muchachos a Creta, con el objetivo de probar si son capaces de salir y
vencer al minotauro, todo esto como forma de pago por la muerte de su hijo.
Tras varias muertes de jóvenes atenienses en el laberinto, Teseo, el hijo del
rey de Atenas decide postularse para ir voluntariamente a vencer al minotauro.
Al llegar a Creta, Teseo es buscado por la princesa Ariadna ─al parecer por su
atracción física─, la hija del rey Minos y le es entregado un ovillo de hilo y
una espada, para salir del laberinto y para vencer al minotauro. Teseo
finalmente vence al minotauro y logra salir victorioso del laberinto, salvando
así a sus compañeros de su terrible destino y terminando, según el pacto, con
la tregua establecida de sacrificios de jóvenes atenienses.
Al
regresar a Atenas, Teseo decide llevarse consigo a Ariadna y a Fedra. Sin
embargo, Ariadna se pierde en la isla de Naxos y Terseo llega a Atenas únicamente
con Fedra. Tras la tristeza por la pérdida de Ariadna, a Terseo se le olvida
cambiar las velas del barco de regreso (el cual zarpó con velas negras, y en
caso de quedar victoriosos Terseo, debería cambiar las velas negras a blancas en
símbolo de victoria) y tras no soportar la posible pérdida de su hijo, el Rey
decide arrojarse al mar que a la postre, llevaría su nombre, el Egeo. Terseo es
posteriormente coronado como Rey de Atenas.
Por
medio de esta leyenda podemos ver la importancia y supremacía de la cual gozaba
Knossos y el rey Minos. Conocida como una talasocracia, el palacio y ciudad de
Knossos está desprovista de fortificaciones ya que se encuentra en el valle del
rio Kairatos, rodeado de montañas que permitían su protección. Asimismo, se
tenía la concepción de una supremacía militar por parte de Creta, motivo por el
cual no era objetivo militar de ningún otro pueblo. Minos representaba “el
justo rey y sacerdote, amigo y confidente de Zeus; el juez de ultratumba; el
padre o el esposo de heroínas perversas o románticas” (Blanco, 2004) . Los súbditos de estos monarcas vivían
principalmente de la pesca y la agricultura. En cuanto a aspectos de la
religión, los pueblo minoicos reconocen una deidad suprema femenina, encargada
de la fecundidad, señora de los árboles, de las montañas y de las fieras.
Aunque
existieron distintos palacios en la isla como el de Faistos, el de Knossos es
del cual se tiene más evidencia. Este palacio contaba con un sumidero y un
alcantarillado de desagüe, aspecto que nos muestra la organización del inmenso
palacio. Este cuenta con un área de 10.000 metros cuadrados. Es un complejo de
plataformas y habitaciones que están construidas en derredor de una cámara
central, en la cual se cree que residía el antiguo rey. La cámara central es tiene
un área de 50 por 28 metros y cuenta con dos entradas en los costados norte y
sur (Matz, 1962) . “Las casas eran
habitaciones rectangulares con techos planos y cimientos de piedra o zócalos de
barro y paredes de adobe, como en el Neolítico y en el resto de la Edad del
Bronce” (Hood, 2014). Sin embargo, debe entenderse el palacio no como una
construcción estática, sino que por el contrario, esta fue objeto de variadas destrucciones
a causa del clima y de terremotos. Por lo tanto se cree que el palacio fue
reconstruido distintas veces a lo largo de su periodo de esplendor. Asimismo la
idea del propileo fue introducida por los palacios como Knossos. “En su forma
perfecta, el propíleo es la reunión armónica de dos pórticos abiertos, cada uno
de los cuales apoya su techumbre en un par de columnas adelantadas sobre la
línea de las paredes que flanqueaban la puerta” (Blanco, 2004) .
La
cerámica es también un distintivo significativo de la cultura minoica. Los
vasos y vasijas más antiguas, llamados de Kamarés presentan unos tempranos
motivos de roseta y espiral. Esta técnica pretendía una ilusión de continua
rotación y movimiento. Las imágenes giratorias y ondulantes se convierten en la
característica principal minoica, a diferencia de las formas rectangulares
egipcias. “Sus pinceles disfrutan en la fuga de cuanto significa claridad,
subordinación o simetría” (Blanco, 2004) .
Posteriormente,
en el minoico tardío, cambia el tipo de pigmentos usados hasta el momento por
uno que bajo la acción del fuego adquiere tonalidades negras, rojas u ocres.
Asimismo, se abandonan los temas abstractos y se da prioridad a las formas
naturales de su entorno. Son objeto de representación los animales marinos, las
piedras y algas marinas, y en general los pulpos, particularidad que nos lleva
a concluir la fascinación de los minoicos por el mar.
La
construcción de templos y las técnicas en la pintura nos lleva a la conclusión
de que los minoicos fueron un pueblo que no siguieron exactamente los
paradigmas egipcios de templos y del arte, muy en boga en este período
histórico. Asimismo, esta temprana aparición de la cultura heládica nos da una
guía para entender la posterior aparición del arte en la Grecia clásica y el uso
de técnicas minoicas en las construcciones de templos de la Grecia clásica.
Bibliografía
Blanco, A. (2004). Arte Griego. Madrid: Consejo
superior de investigaciones científicas.
Matz, F. (1962). The
Art of Crete and Early Greece. New York: Crown Publishers.
Sinclair Hood. "Knossos." Grove Art Online. Oxford
Art Online. Oxford University Press. Web. 21 Oct. 2014. <http://www.oxfordartonline.com/subscriber/article/grove/art/T047014>.
Llopis, J. (1967). Världhistoria,
folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.
Vidal-Naquet,
P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega:
Editorial Planeta.
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