lunes, 29 de septiembre de 2014

Persépolis: La joya del arte Aqueménida


Descripción de la ruta: 


Esta ruta tendrá como objetivo conocer el primer gran imperio del mundo antiguo: el imperio persa. También conocido como el imperio Aqueménida, este tuvo bajo su poder un vasto territorio que comprendía el este de la península Balcánica, toda la península de Anatolia , el imperio Egipcio, y los actuales territorios de Siria, Líbano, Israel, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Iraq, Irán,  Afganistán, Turkmenistán, y Uzbekistán. Como podemos ver, ocupaba fracciones de tres continentes: Asia, África y Europa.

Sin embargo, nuestra ruta se enfocará más a conocer el Camino Real construido por Dario I.  El camino tenía el objetivo de unir Sardes con Susa, uno de los tres focos del poder central. No obstante adicionaremos a nuestro recorrido las visitas a Ecbatana y a Persépolis, los cuales son los dos restantes focos del poder imperial.

Nuestra ruta, por tanto, comenzará desde Sardes y marcharemos hacia el Este por la península de Anatolia.  Allí llegaremos a Pteria, en la región de Capadocia. Desde aquí atravesaremos el río Eufrates y bajaremos en una embarcación por el río Tigris hasta llegar a la legendaria ciudad asiria: Nínive. De allí tomaremos vía Sur por toda la orilla del río Tigris hasta llegar a la importante ciudad de Susa. 

De allí nos iremos hasta Ecbatana, que queda vía Norte por el actual territorio de Irán. Culminaremos el recorrido con lo que probablemente será nuestro objetivo principal, a saber: conocer el foco principal del poder real persa en la valiosa ciudad de Persépolis. 


Mapa de la ruta:




















Imágenes: 


Vista de Persépolis (515 a.C.)



Vista de la Apadana, Persépolis (515 a.C.)




































Columnas que sostenían el techo del templo con figura de toros. (500 a.C.)





















































Inscripción de Behistún
Darío I de Persia (521-486 a.C.)


Historia:
Los persas fueron el primer imperio en el mundo antiguo en tener bajo su control una gran cantidad de territorio. Desde el territorio Este de la península balcánica hasta el actual territorio de Uzbekistán, el imperio aqueménida, también conocido de esta forma, mostró su esplendor durante doscientos años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la mayor parte de la información que conocemos acerca de esta cultura proviene de escritos de viajeros e historiadores griegos. Tras conocer las rivalidades históricas de estas dos culturas, podemos vaticinar escritos nada alentadores en el aspecto objetivo. Los griegos y los persas fueron rivales durante muchos años, y si bien hubo viajeros griegos que dieron cuenta de la inmensidad cultural de territorios persas, la mayoría de los escritos acerca de esta cultura los tilda como un imperio déspota, fiel a las creencias malvadas de la mentira, la lujuria y el oro. Por el contrario, la cultura persa es caracterizada por su concepción religiosa de “práctica de las virtudes” y por su pluriculturalidad en la adopción de un sentido cultural propio. Es menester, por consiguiente, estudiar el imperio aqueménide para quitarnos esa concepción quimérica, que no nos dejará apreciar la magnanimidad de dicha cultura.

Lo primero en resaltar acerca de los persas, es la grandeza de su expansión territorial. El imperio hace su aparición por vez primera en la historia en el 550 a.C. cuando Ciro II “el grande” vence al último rey medo: Astyages. Los medos y los persas hacen parte de un grupo lingüístico común, el indo-europeo. Estos grupos de Asia central habían estado sometidos principalmente por los asirios y los babilonios y sólo hasta el 550 a.C., con la caída de Nínive, los medos y los persas obtienen su emancipación. No obstante, Ciro II no se conformó solamente con esta liberación asiria y en cambio, contaba con planes expansionistas. En ese mismo año, Ciro II decide atacar a Creso, el rico rey de Lidia, y conquistar su capital Sardis. Posteriormente, ataca Mesopotamia y conquista Opis en 539 a.C. A pesar de haber expandido el imperio de una forma considerable, Ciro II no fue un emperador sediento de poder e injusticia. Su política fue la de respetar la cultura y creencia de sus conquistados, restaurar templos locales, y liberar presos políticos.  

Ciro muere en el 530 a.C. y es reemplazado en el trono por su hijo Cámbises. A pesar de tener un periodo de poder pequeños (de 530 a 521 a.C.) Cámbises fue importante ya que fue el rey que conquistó el grandioso imperio egipcio. En 525 a.C. caen los egipcios en el Delta del Nilo y es conquistada la ciudad egipcia de Memphis.

Tras la muerte de Cámbises, Darío I (521 – 486 a.C.) sube al trono aqueménide. Este rey anexa el noroeste de la India al imperio que para el momento era el más grande del mundo antiguo. La importancia de este rey se refleja en la construcción de palacios reales en uno de los centros político-administrativos de Persia, Susa. Asimismo, es Darío I quien crea el centro de la dinastía y establece la ciudad de Persépolis. Para mantenimiento de dichos templos, el rey creó centros administrativos llamados satrapías en los diferentes territorios que constituían el imperio. Estas satrapías tenían el objetivo de recoger los tributos y, posteriormente, enviarlos a Ecbatana, Susa o Persépolis. Darío logra también conquistar el mar egeo, y con esto, iniciar una guerra de largos años con los griegos.

Tras la muerte de Darío, Jerjes (486 – 465 a.C.)  toma el trono del imperio. Su campaña militar estuvo dirigida a la conquista a la conquista de Grecia. En el año 480 a.C. decide iniciar la guerra en contra de los griegos, y en la batalla de Termópilas, saquea Atenas y vence a Esparta. A raíz de este evento, podrá el lector advertir el porqué de la concepción malvada que tuvieron los griegos con respecto a los persas.

Jerjes es asesinado y es reemplazado por su hijo Artajerses (465 – 424 a.C.) quien presencia una revuelta egipcia al inicio de su gobierno, y emplea una política cruel y supresora de dichas rebeliones. El periodo siguiente que viene hasta la caída del imperio está marcado por una estabilidad en términos territoriales, pero una inestabilidad en el centro administrativo del imperio. Estas intrigas y disputas cortesanas marcan su culminación con el periodo de Darío III (336-330 a.C.) que cae ante el poder de Alejandro Magno.

Así las cosas, es apenas ingenuo pensar que un imperio con tal esplendor territorial y administrativo halla estado marcado por esos malos valores que tanto resaltan los escritos griegos.  Pero si aún no hay convencimiento de dicha grandeza imperial, las costumbres y creencias religiosas nos ilustrarán mejor.

La religión persa estaba fundada en la deidad Ahura-Mazda quien era el combatiente del mal en el mundo. Así fue predicado por Zaratustra  en el siglo VII a.C. cuando este intento hacer una reforma religioso que concibiera el nuevo culto persa de forma maniquea. Ahura-Mazda, el dios supremo del bien, exigía de sus fieles el mismo enfrentamiento al mal. Por tanto, la religión persa exigía la práctica de las virtudes, tales como la laboriosidad, trabajo de la tierra, fidelidad y horror en la mentira (Llopis, 1967). El trabajo de la tierra era recompensado por la corte persa,  ya que creían que todo fiel debía trabajar como Ahura Mazda para extirpar el mal y el ocio de la tierra.

Asimismo, las costumbres cortesanas persas eran de un grado bastante alto. Sin ánimos de ser anacrónico, los persas comenzaron a depositar la confianza en el pueblo, y el rey escogía altos dignatarios entre los ciudadanos. Se constituía de esta forma el Consejo Real, que contaba con siete príncipes para la toma de decisiones. A raíz de este consejo, nació la Cancillería imperial que, como una especie de catastro, pretendía la medición de las provincias para calcular su tributación. En este sentido, era de considerable importancia educar a los adolescentes para ser nobles en todo el sentido de la palabra. El historiador griego Jenofonte muestra la manera en que los adolescentes recibían una esmerada educación en las costumbres y virtudes persas, con el fin de ser cortesanos que tuvieran la capacidad de impulsar el imperio.

Sin embargo, la pregunta que nos sigue ocupando es ¿Cómo lograron los persas esta vasta expansión territorial y la consolidación de estas formas educadas cortesanas? La respuesta que damos a esta pregunta está relacionada con el aspecto altamente pluricultural del imperio. Los persas no llegaron a los territorios conquistados con ánimo de destruir todo lo que encontraran a su paso. Ellos se encargaron de tomar técnicas orfebres y artísticas de territorios, como el egipcio, que tenían un avance importante para el momento.

Esto se puede atestiguar principalmente en la construcción de la ciudad de Persépolis. Esta ciudad comenzó como el centro de la economía agraria del imperio, pero pronto pasó a ser el centro principal de la construcción de templos y celebración de ceremonias persas. Esta ciudadela estaba construida a base de edificios ceremoniales y administrativos imperiales (Root, 2007). Esta ciudadela está cimentada en una plataforma de 450x300 metros y cuenta con el Palacio de Darío I, la Apadana o cámara hipóstila, el pasillo de la corte, la tesorería, el pasillo del trono, el palacio de Jerjes y el palacio H.

Los pasillos y los templos eran generalmente utilizados para ocasiones ceremoniales. Los materiales utilizados para la construcción era piedra caliza mezclada con ladrillo. La Apadana es la sala hipóstila más grande de toda la ciudadela. El pasillo es de 60.5 metros cuadrados y sus columnas miden aproximadamente 19.25 m de altura. A los lados de dicha plataforma están esculpidos animales como leones o toros con el fin de intimidar a los visitantes, práctica muy común entre los asirios. Asimismo, las columnas jónicas son similares a las columnas griegas, de donde pudieran tomar prestada la técnica. Los relieves esculpidos muestran la doble función de la élite persa, los cuales eran funcionarios cortesanos y a la vez guerreros del imperio. Estos relieves muestran una transformación de las imágenes que representan a una deidad hacia la descripción de una relación política múltiple entre el gobernante y los sujetos.

La orfebrería se asemeja con técnicas mesopotámicas y egipcias. Las vasijas eran generalmente regalos de la nobleza hacia el rey, práctica que venía de los babilonios y los sirios. De esta misma forma, las formas animales en los trabajos orfebres fue una práctica probablemente egipcia. Con todo esto, podemos ver la expansión y el esplendor el imperio persa, que mal se ha degradado por la concepción de Oriente que fue creada con los textos griegos.

Bibliografía:

Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.
Art, T. M. (Octubre de 2000). Heilbrunn Timeline. Recuperado el 26 de Septiembre de 2014, de Art History: http://www.metmuseum.org/toah/ht/?period=04&region=eusi#/Overview
Margaret Cool Root. "Persepolis." Grove Art Online. Oxford Art Online. Oxford University Press.Web. 30 Sep. 2014. <http://www.oxfordartonline.com/subscriber/article/grove/art/T066557>.
Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Las primeras ciudades


Descripción de la ruta: 

Por medio de esta ruta podrás conocer las primeras ciudades-estado que aparecieron en los actuales territorios de Irak y en menor medida, en el actual territorio de Irán.

Hay que tener en cuenta que cuando estudiamos los primeros destellos de lo que se conoce como civilización (aunque este término es hoy en día debatible) las numerosas ciudades-estado del territorio de Mesopotamia en los imperios babilónicos, se reducen a seis cuando miramos su génesis, a saber: Kish, Umma, Lagash, Uruk, Ur y Eridu. Serán estas ciudades las que constituyen el objetivo de nuestro viaje.

Comenzaremos el recorrido por la antigua ciudad de Kish, centro político administrativo del norte de Mesopotamia. De ahí descenderemos por el rio Eufrates para dirigirnos a la ciudad de Uruk, de donde era originario el rey Gilgamesh. Seguiremos descendiendo rio abajo por nuestra embarcación hasta llegar a las ciudades de Ur, de donde era la figura bíblica de Abraham, y el Obeid, donde se cree que se llevó a cabo el periodo protohistórico (6000-2750 a.C.). De ahí nos iremos hasta la ciudad de Eridu en medio terretsre, probablemente en caballo.

De la ciudad del Obeid iremos, vía terrestre y bordeando el Golfo Pérsico hacia la ciudad de Lagash. Finalizaremos nuestro recorrido en la antigua ciudad de Umma.

Mapa de la Ruta:



 
 











Imágenes:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Templo de Ur (Periodo el Obeid)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


Historia:
Las primeras ciudades-estado que aparecieron en la antigüedad fueron las originarias en Mesopotamia. Se dice que los primeros destellos de una sociedad civilizada aparecieron en el territorio cerca de los ríos del Éufrates y el Tigris hacia el año 6000 a.C. Se cree que existieron distintas tribus que fueron desarrollando sistemas de riego que les permitieron consolidarse en ciudades estado. Desde el Valle del Indo y los actuales territorios de Siria, penetraron distintos grupos semitas con el nombre de los sumerios.

Sin embargo, debe tener en cuenta el lector que se debe hablar de “las primeras ciudades del mundo antiguo”, incluyendo en esta denominación a las no mesopotámicas. Si bien la tierra entre ríos presentó una cultura inigualable en su organización social, política y religiosa, deben tenerse en cuenta también ciudades halladas por el investigador holandés Mellaart, en su investigación arqueológica en el año 1961. Este hallazgo encontrado al oeste de Catal Huyuk, en el desierto anatólico, parece ser de una auténtica ciudad de la edad de piedra. El sexto de los diez estratos que la constituyen parecen dar cuenta de más edad que las ciudades que se creían más antiguas en aquel momento: Ur y Jericó. En este sexto estrato, Mellaart encontró “casas de adobe, equipadas con chimenea y bancos de piedra y conteniendo vasos de arcilla, figuras de piedra, armas, frescos, utensilios varios e incluso tejidos” (Llopis, 1967). Esto nos muestra que la ciudad encontrada forma parte de ese génesis de las ciudades estado.

Es importante tener en cuenta que en los tiempos antiguos no existió el actual río Shat Al-Arab. El golfo Pérsico entraba en el territorio actual de Irak y de Irán unos 150 km más que hoy en día. Por lo tanto, no existía en aquel tiempo la unión de los ríos Éufrates y Tigris. La primera ocupación del territorio que posteriormente se llamará Sumer, corresponde al periodo protohistórico de Obeid (6000-3200 a.C.) (University, s.f.). En este primer periodo los distintos grupos humanos comienzan a organizarse en torno a una economía de pesca y a una primitiva agricultura. Se comienzan a hacer cerámicas de color gris o negro.

Pero ¿qué fue lo que permitió que estas sociedades fueran las primeras en organizarse a tal punto de erigir una ciudad en un sentido político-administrativo? Para responder a esta pregunta, debemos situarnos en el periodo protohistórico de Uruk (3200-2750 a.C.). Debemos comprender el esfuerzo magnánimo que tuvo que hacer el pueblo, que posteriormente se conocerá como Sumer, para controlar tanto el río Éufrates, como el Tigris. Los esfuerzo para crear canales que permitieran la irrigación artificial de los dos ríos, permitieron que estas sociedades desarrollaran una economía basada en una agricultura cerealista y una cría de ganado. Así, por medio de este sistema de riego, los intereses económicos se volvieron comunes y estas dispersas comunidades comenzaron a organizarse bajo un mismo mando.

Sin embargo, después de la llegada de los pueblos sumerios al territorio, este mando se atomiza y se crean importantes ciudades estado, bajo un centro político-administrativo independiente al de los demás. No se sabe mucho de la procedencia de este pueblo de Sumer, sin embargo se cree que emigraron del Valle del Indo con dirección oeste hasta invadir los primitivos pueblos mesopotámicos. Se cree también que eran pueblos semitas y que su lengua, de la cual todavía se encuentran vestigios, se llamaba Turania (University, s.f.). Esta sociedad desarrolló un control político basado en la figura del templo. Este espacio se consideraba el lugar de culto, la sede del gobierno y de la justicia, y el centro de la economía sumeria. Este último aspecto es de gran consideración ya que en el templo, se guardaban cosechas y rebaños y se realizaban la preparación de pieles. Gracias estas actividades económicas fue que se desarrolló la escritura cuneiforme, que tenía como tarea llevar la cuenta de las actividades económicas concernientes al culto. El jefe de estado era un sacerdote que tenía el control sobre el templo y la demás gente de la población.

El periodo temprano de la sociedad mesopotámica de los sumerios termina con la aparición de Sargón I (2300-2214 a.C.) de Akkad. Este se considera el primer jefe del imperio de Akkad, el primero en el mundo. Con su figura, llega la concepción de laicización del poder (Bravo, 1994), en la cual el jefe del imperio ya no será un sacerdote, sino que será ahora un lugal, o jefe-guerrero. Con este periodo, llega la mayor expansión del imperio en el territorio estudiado, y se dejan atrás la concepción de ciudades-estado.

Bibliografía

Bravo, G. (1994). Historia del mundo antiguo: una introducción crítica. Madrid: Alianza.
Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon
Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.

Art, T. M. (2014). Heilbrunn Timeline of Art History. Recuperado el 11 de Agosto de 2014, de Mesopotamia: http://www.metmuseum.org/toah/ht/?period=04&region=wam

 

 

lunes, 1 de septiembre de 2014

La escritura de antes de las letras


Descripción de la ruta:

Este viaje tiene como objetivo principal conocer los territorios en los cuales hubo el primer intento de escritura del hombre. Los territorios en los cuales fueron halladas las primeras manifestaciones artísticas y pictóricas del periodo conocido como la protohistoria, constituyen el cuerpo de nuestro viaje. Por lo tanto visitaremos los actuales territorios de Francia, España, Algeria, Libia y Chad.

Comenzaremos nuestro recorrido por el territorio francés en la gruta de Gargas. De ahí nos dirigimos a España, en los territorios de Cogul y Valencia donde encontramos la cueva de Parpallo. Posteriormente tomaremos camino hasta Albacete donde veremos la cueva de la vieja. Nuestro destino final en el territorio español será en Andalucía en los montes leridanos.

De ahí tomaremos camino por el estrecho de Gibraltar hasta llegar a Tassili, actual Algeria. De ahí iremos a Hoggar para finalizar nuestro viaje en los hermosos montes ubicados en Tibesti, actual Chad.


Mapa de la ruta:
















Imágenes: 



Pinturas rupestres de Tassili (Paleolítico Superior)
Arte africano.




Pintura rupestre de Albacete sobre la cacería y su relación con la magia (Paleolítico superior)
Arte levantino.



Arte rupestre de la Gruta de Gargas (Paleolítico).
Actualmente en Francia.



Puntas de sílex con que tallaban los grabados. (10.000 a.C.)



Historia:

La historia de la escritura no se puede entender separada de la historia del arte. Efectivamente, el hombre inició su proceso de escritura con los pictogramas, que eran representaciones pictóricas, valga la redundancia, del mundo sensible. Sin embargo no hay tal cosa como una sola historia de la escritura, ni su proceso se debe entender de manera lineal. Debemos hablar pues, de la historia de las escrituras, y de sus múltiples apariciones en diversos alfabetos, como el acadio, el hitita o el sumerio. Esta concepción nos ayudará a comprender que hubo múltiples origines de la escrituras y de los alfabetos, y que no necesariamente las culturas construyeron su forma de comunicación basados en experiencias anteriores. Asimismo, debemos hablar de la historia de las escrituras que fueron consignadas sobre objetos que perduran hoy en día. Puede que la escritura haya aparecido mucho antes de lo que nosotros creemos (5.000-3.500 a.C), pero no tenemos manera de comprobar esto. Es por esto que solamente conocemos la escritura que no se borró por multiplicidad de causas, y que por el contrario, tenemos evidencia de ello.

Hechas las salvedades concernientes al tema que nos apremia, decimos que la escritura se originó entre 5.000 a.C con el periodo conocido como la protohistoria. Este periodo es llamado de esta forma ya que no es historia en stricto sensu  pero tampoco es considerado como prehistoria. Sin  embargo, el proceso de escritura tiene su estado embrionario en el paleolítico. Los grabados y esculturas en piedra de los años 30.000 a.C. constituyen el inicio de lo que a la postre llamaremos escritura. Uno de los primeros intentos que se dio con estos grabados fueron las pinturas rupestres del arte ibericolevantino. En la cueva de Cogul en Lérida, por ejemplo, vemos el intento por representar la movilidad y la danzas de una figuras que al parecer son mujeres.

Al principio se pensaba que estas pinturas rupestres tenían una finalidad meramente estética, pero con el tiempo comenzaron a surgir creencias de que las pinturas estaban relacionadas con magia y ritos para la caza. El arte levantino de la cueva de Remigia nos muestra una escena de la caza de un jabalí y de unos cérvidos.  Otros temas del arte rupestre levantino son las escenas de guerras, las danzas rituales y lo que al parecer, está relacionado con las prácticas mágicas.

Pero el arte levantino no es el único que da cuenta de este fenómeno rupestre. En los actuales territorios del Sahara parecen ubicarse también representaciones naturalistas de personajes y faunas variadas. En la cueva de Tassili, patrimonio histórico de la humanidad, encontramos una cantidad considerable de pinturas que reflejan la vida cotidiana de los aborígenes que habitaban dicho sitio. Numerosas pinturas de bueyes parecen estar talladas con puntas de sílex y con arpones de asta. Asimismo, la representación de bóvidos y de otros animales fue pintada con colores ocre sacados probablemente de tierras naturales y del carbón vegetal. “La finalidad primordial del artista paleolítico fue determinar el contorno de lo que quería representar, en un primer momento mediante  el color y luego por medio del grabado. El relleno interior apareció después, cuando desearon representar el volumen de las figuras” (León, 2006).

En estas pinturas rupestres vemos la primera intención del hombre por dejar huella de lo vivido en el mundo. Después de estas pinturas aparecen los primeros pictogramas, como forma de representación del mundo con un objetivo meramente comunicativo. Según Louis-Jean Calvet “lo pictórico está vinculado a una función particular, incorporado a la función de expresión o de comunicación: asegurar la conservación o la perennidad del mensaje (Calvet, 1996)”. En este sentido, lo pictórico se muestra en contraposición con lo gestual, que tiene sentido únicamente en el instante en que es empleado, y a diferencia de lo pictórico, no perdura en el tiempo.

La gruta de Gargas nos muestra la primera intención del hombre de transcribir gestos por medio del uso de las manos. Es indudable que estas grutas representan un lenguaje codificado expresado por medio de los dedos doblados de determinada forma. El historiador Jean Clottes nos dice que estos códigos de las manos de la gruta de Gargas representan escenas de la cacería, la guerra y las fases lunares. Es probable que estos códigos hayan sido el inicio de la historia de las escrituras, y que constituyan el primer intento del hombre por registrar y comunicar algo por medio de lo escrito.

Bibliografía: 

Calvet, L.-J. (1996). Historia de la escritura. Buenos Aires: Paidós.
León, P. G. (2006). Breve historia de la pintura. Bogotá D.C.: Editorial Libsa.
Llopis, J. (1967). Världhistoria, folkens liv och kultur (Vol. 1). (T. Riaño, Trad.) Ediciones Daimon.

Vidal-Naquet, P. (1988). Le grand livre de l´histoire du monde. Córcega: Editorial Planeta.